martes, 9 de marzo de 2010

Seis cosas sobre mí al azar

África me propone un reto que va circulando por diferentes blogs. Se trata de explicar seis cosas sobre mí e ilustrarlas con una imagen. Después, proponerlo a seis personas más. Pues he estado pensando, y esto es lo que me ha salido....

1 No sé montar en bicicleta. La cosa viene de lejos, creo que estaba dejando las ruedas auxiliares cuando, en pleno descenso de una pequeña cuesta que había en el terrado de mi casa, la rueda delantera salió disparada y me empotré contra unas rejas. Ya no quise saber nada de bicis. Eso no me ha impedido hacer excursiones en bicicleta cuando me ha podido el interés y la imposibilidad de hacerlas de otra forma. Así, hice una buena ruta por Killarney y por el Delta del Ebro, a costa de mis gemelos que acabaron más negros que el tizón y mis manos, que aguantaban las caídas.

2 Estuve seis meses viviendo en Lancaster, Inglaterra. Acompañaba a una amiga a solicitar una plaza en una beca Erasmus. Por lo visto en mi universidad no lo pedía nadie, porque la directora me dijo que si yo también quería irme, que me animara. Así que dejé mi trabajo basura en el que llevaba unos tres años y me fui, con un nivel (¿ein?) de inglés de COU. O lo que es lo mismo, el primer mes no logré articular ni un Hello, porque me di cuenta de que nunca había hablando en inglés y no sabía pronunciar absolutamente nada. Las clases las seguía bien, paradójicamente, sobre todo por el sistema que había de enseñanza. Era muy “aprender haciendo” y los apuntes te los daban por escrito. Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Viajé muchísimo por Inglaterra, Escocia e Irlanda. Vivía con gente de muchos países, en un edificio para estudiantes, lo que me abrió mucho la mente y me ayudó a encontrarme conmigo misma, que parece que por esa época mi yo se había trasladado a Marte, y ¡no!, estaba en Lancaster. No tengo fotos digitales de aquella época, así que he cogido de la página de la universidad una en la que sale la ventana de mi habitación, segunda planta, por el centro. Por cierto, que fue allí, en 1998 cuando tuve mi primera cuenta de correo electrónico y la primera vez que navegué por internet.



3 La primera vez que me hice un baño de Henna, me quedó el pelo rojo fuego, en plan Ronald McDonald. La comparación no es gratuita, nada más ver el cambio del rubio al rojo, me tocaba turno en el Mc. Por el camino, una niña comentó a su madre que debía de llevar una peluca porque el pelo no es tan rojo. Y al llegar al local, alguien hizo la comparación, tan ocurrente. Metí mi pelo en la gorra y en cuanto pude me fui a una peluquería a tapar aquello, con un negro noche que me acompañó durante unos meses. Tardé unos trece años en volver a tocar el color de mi pelo. Y desde hace unos meses, curiosamente, compro un baño de color del mercadona que se llama rojo fuego. Mi pelo ya no es tan rubio como antes y no queda tan incandescente como aquella primera experiencia. Ahora me gusta mucho mi pelo rojizo.


4 Tengo un espíritu de hormiga obrera, aunque a veces me den ramalazos de reina. Llevo unos meses ideando un proyecto de empresa y a ratos me puede ese espíritu de obrera, con todos sus miedos e inseguridades. Así que no sé qué pasará con mi futuro profesional. Mi idea es montar una escuela de formación on line, dedicada a temas sociales (o sea, cursos para educadores y trabajadores sociales). Pero entre los miedos estos de los que hablaba, pocas ganas de trabajar más allá del plano de las ideas y que realmente es difícil arañar ratos para concentrarse en materializar esas ideas, pues hay días que lo veo lejos. Luego me apunto a un curso “on line” (colgar un manual en la red y como única actividad un test por módulo, no es hacer un curso on line), veo el panorama y me digo que tengo algo que ofrecer en este mundo, que sería una pena seguir dando tumbos laborales. Y así ando, en esta montaña rusa. La foto no es mía, obviamente, pero de donde la he cogido tampoco ponen el sitio original.



5 Me sé de memoria la serie Friends. La primera vez que la ví, fue en Lancaster. Mis compañeras de piso, en especial una australiana, estaban como locas por la serie. Yo la ví un rato y pensé, menudas pijas las protagonistas. Al cabo de unos meses, estaba programando el video todos los días. Y he visto un montón de reposiciones, hasta llegar a ese punto en el que sabes perfectamente qué va a pasar, qué van a decir, y aún así sonrío por dentro. Por cierto, a ver si la reponen un día de estos, me acercaría un poco al otro lado del piso para ver la tele. Aquí Joey y Chendler aprenden algunas cosas sobre lactancia.



6 Si quieres prepararme una comida, por favor, que no lleve ni cebolla ni familiares. Yo creo que tengo un trauma también, como el de la bici. Creo que una vez me sentó mal y nunca más, pero no estoy segura. Como en casa no tenemos cebollas y se me haría duro ver una entrada en este blog con una cebolla, pues la foto va a ser de algo que puedo comer y comer y comer sin fondo: bizcocho (si es de chocolate, mejor, pero al resto de miembros de la casa no les gusta el chocolate). Ahora mismo sólo quedan unas miguitas del último que hice, así que pongo el Pocoyó que preparé para el cumpleaños de Teo, y así, de paso, presumo un poco.


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Y ahora llega el turno de pasar el testigo: Eva, María, Tania, Claudia, Ale y Lola