domingo, 30 de marzo de 2008

Por qué No a los castigos


Un texto que se realizó en CCC. No sé si ésta es la versión definitiva, porque no acabaron de ponerse de acuerdo, o no subieron la versión definitiva. No estoy segura. En cualquier caso, subo la parte que me parece que sí quedó consensuada. Se realizó un gran esfuerzo en sintetizar los puntos más importantes, a modo de argumentario de por qué los castigos no sólo no son beneficiosos, sino que pueden llegar a ser perjudiciales.


Imagen de Patricia Metola
-------------------------------------


1- Porque los castigos enseñan que la conciencia es algo externo, impuesta. Y las razones para hacer el bien deben estar dentro de uno mismo. Así, minusvaloramos la capacidad de los niños de saber cumplir las normas y les hacemos perder la confianza en sí mismos.

2- Porque enseñan que se deben cumplir las normas para no recibir el castigo y no porque haya una razón en la propia norma. Por tanto, cuando desaparezca el castigo, desaparecerá el cumplimiento de la norma.

3- Porque es muy difícil ser justo con los castigos, porque no son iguales las situaciones. Además, siempre hay un margen de error, el acto es evaluado y enjuiciado desde fuera y las más de las veces falta información. Por otra parte, los castigos pueden ser injustos porque inciden en el resultado de una acción y no en la causa que ha llevado a esa acción.

4- Porque es muy difícil establecer límites en los castigos: a mayor delito, mayor castigo... ¿hasta dónde? Si siguen sin cumplir las normas, ¿qué vamos a hacer, matarlos?

5- Porque, una vez cumplido el castigo, la contricción desaparece. Ya no nos sentimos mal por haber errado, porque hemos pagado. Esto apaga la propia conciencia.

6- Porque se imponen, nacen del poder, de la fuerza y resultan humillantes y alienantes. Además de enseñar la ley del más fuerte, no deja de ser un ejercicio de violencia y la violencia genera violencia. Como un grito, como un tortazo, un castigo es la prueba obvia de q el q lo impone se quedó sin argumentos, se siente desarmado y es solo por la fuerza q se considera con capacidad para imponer su criterio. Es el momento justo, en q como madre o padre, dejarás claro a tu hijo q nunca debió tenerte tanta confianza:
a. no eres alguien a quien confiarle tus errores, puede haber represalias
b. no eres alguien con plena capacidad para dar respuestas y, cuando te quedas sin ellas, eres capaz de reaccionar violentamente

7- Porque generan rabia y ganas de venganza en el niño. Se bloquea con esos sentimientos y le impiden aprender que lo que ha hecho no ha estado bien. Siempre se ven los castigos como algo injusto o desproporcionado y eso da más motivos para seguir insistiendo intentando que no te pillen (a menos que el castigo sea tan duro que no lo haga por miedo y una relación basada en el miedo es funesta).

8- Porque el castigo implica culpa, y no queremos niños con sentimiento de culpa, sino con sentido de la responsabilidad

9- Porque el castigo desvía la atención del niño de su propia acción (más o menos inadecuada) y la traslada a la acción paterna del castigo. De ese modo el niño concentra sus esfuerzos, bien en algún tipo de venganza o bien en como evitar que le pillen la próxima vez. El castigo obliga a los niños a ser mentirosos (aprenderán a maquillar sus errores) y, por tanto, deterioran la relación de confianza con los padres.

10- No deja lugar a actitudes empáticas y ocupa el lugar de una actitud creativa donde se debería buscar vías alternativas a la situación.

11- Busca corregir la conducta y eso implica una situación de constante "vigilancia" del castigado.

12- Implica una valoración de la persona que hay detrás de esa conducta ("has sido malo"), con sus correspondientes mensajes calificativos implícitos y explícitos. En situaciones grupales pone de manifiesto quién es "mejor" o "peor".

13- En el caso de niños menores de 5 años, no pueden ponerse en el lugar del otro, no prevén consecuencias y no se dominan, así que el castigo es injusto puesto que no son responsables.

miércoles, 26 de marzo de 2008

CONTROL DE ESFINTERES: LO QUE DICEN LOS PROFESIONALES



Tenía muchas ganas de poder traer algún artículo de la página que han creado un grupo de madres http://www.entrecomadres.org/ . Según sus propias palabras:


"nace con la esperanza de ser un libro en blanco, un libro vivo que se escriba cada día recopilando así la experiencia de todas las madres que quieran en torno a su maternidad"


Está en proceso de construcción, pero ya se pueden ver artículos y participar en su foro, que para mí ha sido como reencontrar a muchas de las personas que más he leído estos años. Así que estoy entusiasmada. Uno de los textos subidos ya es la explicación de Cani en la retirada del pañal de su hija. Mi hija fue siguiendo sus mismos pasos y me dio mucha seguridad el tener su experiencia como referencia.


Pero hoy traigo un artículo de Sole sobre el control de esfínteres, que además de todas las traducciones que he subido ya, también tiene algunos artículos imprescindibles, en mi opinión.


-------------------------------------------------------------------------------------------------



Controlar esfínteres supone pasar de un proceso reflejo a un acto voluntario. Los bebes pequeños, hacen pis y caca de modo reflejo o automático, sin ningún tipo de control sobre esos procesos.

Adquirir el control de este procedimiento es un proceso madurativo. Al igual que todos los niños muestran interés e inicio del control sobre la marcha alrededor del año, y no hay nada que podamos hacer para acelerar este proceso. O todos los niños comienzan a poder comer sólidos alrededor de los 6 meses.

Como todos estos procesos madurativos existe una enorme variabilidad personal en cuanto a los plazos: hay niños que con 10 meses dan algunos pasos y otros que lo hacen con 18 o 20 y todo ello entra dentro de la normalidad. Igualmente dentro de los plazos de adquisición del control de esfínteres es igual de normal hacerlo con 2 años que con 4.

La vejiga urinaria es un órgano que sirve para almacenar la orina que llega desde los riñones continuamente. Durante el llenado, los músculos que la forman se mantienen relajados. Este órgano, con el fin de que no salga la orina de forma continua, tiene un músculo anular llamado esfínter, que por lo general permanece contraído, es decir cerrado. También se encuentra otro músculo esfínter en la uretra (tracto de salida de la vejiga). Cuando la vejiga se llena de orina, unos receptores localizados en la misma, envían al cerebro la señal para que automáticamente los esfínteres se relajen y la orina pueda salir. Esta coordinación se lleva a cabo mediante mecanismos neurológicos de gran complejidad por lo que el control voluntario (es decir: ser capaz de relajar el esfínter no de este modo automático, sino de forma voluntaria como y cuando se desea) aparece tardíamente.

En el recto ocurre un fenómeno similar con las heces.

Alrededor de los 18 meses o los dos años, algunos niños pueden darse cuenta de que están haciendo pis o caca y avisar para que se les cambie el pañal., pero esto no significa en ningún caso que tengan la capacidad de retrasar el momento de forma voluntaria. Es decir: no tienen CONTROL sobre sus esfínteres.

La maduración de los centros nerviosos comienza entre los 18 meses y los tres años. De forma que entre los 2 y los 4 años la mayor parte de los niños puede controlar adecuadamente ambos esfínteres: anal y vesical. Siendo por tanto capaces de avisar su deseo y de retrasar la micción y la defecación para hacerlo en el momento y lugar deseado.

Al tratarse de un proceso madurativo, y aunque la estimulación pueda tener algún efecto positivo (o negativo) sobre el mismo, no hay nada que los padres o el niño puedan hacer para acelerarlo: el niño adquiere control suficiente como para retener la orina y las heces, cuando los procesos neurológicos que tienen lugar entre los receptores de los órganos, el cerebro y los esfínteres, estén perfeccionados. Por tanto, enfadarse, castigar, humillar, comparar con otros tiene un efecto similar a gritarle a una oruga para que se convierta en mariposa.

No se trata tampoco de un proceso lineal. Se producen a lo largo del mismo, avances, estancamientos y retrocesos que los padres deben aprender a acompañar. Puesto que el plazo normal para la adquisición del control es entre los 2 y los 4 años, hablar de regresiones o comportamientos regresivos en niños que se vuelven a hacer pis dentro de este plazo es un error. No puede considerarse regresión algo que aun forma parte de los progresos de esa edad. No se puede regresar a un sitio de donde aun no se ha salido.

Mitos:

-los dos años: haber fijado como normal la edad de dos años para el control de esfínteres, edad que esta en el INICIO del proceso madurativo, nos hemos creado un problema. Más bien se lo hemos creado a los niños. Desde que un niño empieza a avisar cuando ha hecho pis, o mientras lo esta haciendo hasta que se completa el proceso de adquisición del control pueden pasar dos años mas.

-el verano: puede que hayamos heredado este mito de la edad de los pañales de tela. Pero hoy día no tiene sentido mantenerlo. Además se utiliza la llegada del buen tiempo como disculpa para empezar el “entrenamiento” de niños de 18 meses, 24 meses o 30 meses indistintamente. Llegado el buen tiempo, les quitamos de a hecho el pañal, les perseguimos con un orinal, les llevamos al baño cada 30 minutos y les mantenemos sentados hasta que de casualidad hacen algo. Esto no es control de esfínteres.

-No se puede dar marcha atrás: siempre se puede dar marcha atrás. No hay dobles mensajes. Es muy frecuente que en las vacaciones de verano, un niño perseguido continuamente con un orinal, no se moje nunca. Ese mismo niño sin una madre a su lado todo el día, y puesto que su “control” es ficticio. (en realidad es control por parte de su madre) devuelto a la vida diaria, con mama ausente, pierda ese supuesto “control”. Como decía antes, no se puede hablar de regresión cuando estamos en un proceso que aun no se ha completado.

Es frecuente ver a mamas excusando a sus hijos “es que estaba distraído”, “es que se olvidó avisar”. Cuando el control es real, como sucede en los adultos, estas cosas no suceden. Ningún niño de 10 años se orina porque se olvidó. Y la única diferencia con el de 2 y medio, es que este ultimo no tiene un control real sobre la voluntariedad de esa función.

Cuando el proceso se lleva a cabo respetando el ritmo madurativo del niño este tipo de accidentes son mínimos.

Por tanto, las normas serian:

-Esperar a que el niño este suficientemente maduro como para ser capaz de RETRASAR el momento de orinar o defecar. No solo de avisar inmediatamente antes de hacerlo

-Contar siempre con la colaboración del niño: debe ser capaz de comprender lo que sucede, como sucederá, lo que se espera de él. Así mismo tiene que ser capaz de expresarse y hacerse entender.

-Siempre animar con los buenos resultados. Nunca jamás criticar los “fallos”.

-Permitir al niño que vuelva a usar pañal siempre que crea que lo necesita. No hacerlo por conveniencia de los padres, pero sí si el niño lo necesita.

Los padres tenemos que aprender a ACOMPAÑAR los procesos madurativos, interviniendo lo menos posible. Saber cual es el proceso normal, y cuales son los plazos normales ayuda a respetar los ritmos del niño.

BIBLIOGRAFIA:

-Maria Paula Cavana. Licenciada en Psicología.

http://www.zonapediatrica.com/psicologia/sobre-control-de-esfinteres.htm

_Dr Carlos Gutierrez Segura. Cirujano Pediatrico. Unidad de Urodinámica y Motilidad Digestiva Pediátrica, Hospital Central de Asturias.

Unidad de Incontinencia Urinaria, Reeducación del Suelo Pélvico y Urodinámica

http://www.sccalp.org/padres/esfinteres.htm

- Àngels Codosero Medrano. Psicóloga clínica y psicoterapeuta psicoanalítica

http://www.psicopedagogia.com/control-esfinteres

miércoles, 19 de marzo de 2008

Brambly Hedge





Otra de las adquisiciones del sábado (recomendación de una gran manzana) fue la colección de cuentos de Jill Barklem El seto de las zarzas: cuento de primavera, cuento de verano, cuento de otoño y cuento de invierno. En inglés es The story of Brambly Hedge (recomiendo visitar esta página) y cuenta historias de una comunidad de ratones que viven en un ambiente entrañable. Nos encontramos personajes como el marqués de Ratón Pimpante, la señora Manzana, Polvareda, la señora Pan Crujiente... Los cuentos nos muestran historias sencillas (bastante habituales en la literatura infantil), cotidianas y nos introducen en sus casas como si observáramos por la mirilla. Y dan ganas de entrar de puntillas y formar parte de su vida.

De momento hemos leído dos:



Cuento de primavera, en la que Alfredo cumple años y tras recibir con alegría los regalos de su familia cree que el resto de la comunidad ha olvidado que hoy es su gran día. Lo cierto es que todos están muy ocupados preparando un gran picnic en su honor.

En Cuento de otoño, todos los habitantes están recogiendo los últimos frutos para almacenarlos en la Gran despensa antes de la llegada del invierno. Primavera, hija del marqués de Ratón Pimpante se pierde. Todos la buscarán, mientras ella vive pequeñas pero grandes experiencias.



Lo que llama más la atención son las ilustraciones, minuciosas. La edición que tenemos, cuyo formato es pequeño, reclama atención para ver los dibujos y perderse en ellos. Una imagen del molino:



domingo, 16 de marzo de 2008

Alicia en el pais de las maravillas


Este blog nació especialmente para no perder de vista aquellos artículos que me parecían interesantes y que una y otra vez buscaba por la red para recomendar su lectura. Hoy tengo esa misma necesidad con los libros y cuentos que me van recomendando y que a su vez yo recomiendo. Así que amplío el blog.



AliciaAyer fuimos a la biblioteca con un lista de cuentos que me habían recomendado y volvimos con un cargamento, entre ellos esta versión de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, ilustrada por Helen Oxenbury. Estamos disfrutando mucho con el texto.


Mi hija lo va pidiendo a ratos, le ha enganchado el personaje (aunque lo ha rebautizado, no podía ser de otra manera) a pesar de que no es una edición resumida. A mí me gusta mucho la historia, ya conocida, pero mucho más las ilustraciones y el tacto de la portada y las hojas.



Alguna de las ilustraciones están hechas a doble página, como ésta:



Dibujo



Allí mismo estuvimos hojeando otra versión del mismo texto, desplegable y espectacular, realizada por Robert Saldana y publicada por editorial Kokinos . Una imagen podría ser ésta, en la que Alicia ha crecido hasta límites insospechados cuando siguiendo las órdenes del conejo, que la confunde con Mary Ann, entra en la casa a buscar sus guantes y abanico. Por supuesto, ve una botella con un cartel de bébeme y no se lo piensa dos veces.



Por último, buscando información sobre las ediciones de Alicia, he encontrado esta página para perderse http://www.laurenharman.com/alice/

domingo, 9 de marzo de 2008

Las "etiquetas" que ponemos a los niños





Traigo aquí unartículo de Carmen Herrera García, publicados en la web http://www.solohijos.com/ En general me gusta mucho el enfoque que esta autora da a los temas.

Imagen de Krize


"Mira que eres torpe" o "qué niña tan marimandona" o "no seas llorón" son algunas de las etiquetas en ocasiones colgamos a nuestros hijos cuando reiteran una conducta. No lo hacemos con la intención de ofender, pero si lo repetimos varias veces el niño puede sentir que lo limitan, que es de esa manera y por mucho que haga no conseguirá cambiar. Debemos animarlo y darle la oportunidad de mejorar su personalidad.


"Trate a las personas como si fueran lo que deberían ser y las ayudará a convertirse en lo que son capaces de ser." Goethe


La cuestión de las etiquetas es, pedagógicamente hablando, una cuestión de límites, pero en el sentido negativo de la palabra. La capacidad de aprendizaje del niño está limitada por un lado por su herencia genética y por otro por el ambiente más o menos favorable en el que se desenvuelva. Las etiquetas son límites que imponemos a nuestros hijos, casillas en las cuales deben caber y a las que deben amoldarse respondiendo a las limitadas expectativas que hemos puesto sobre ellos.

"¿Siempre has de ser tan tozudo?"; "¿Lo ves? Es que eres un manazas, no haces nada bien hecho"; "Deja de mirarte en el espejo de una vez, presumida". Mensajes como éstos acompañan el quehacer diario en nuestros hogares. Son aparentemente neutros, y la mayoría de veces inconscientes, pero debemos revisar si ayudamos con ellos a nuestros hijos a avanzar correctamente o si por el contrario estamos cerrando la puerta al cambio y al aprendizaje.

Bernabé Tierno, en su obra Tu hijo, problemas y conflictos, reproduce un fragmento de la carta que unos padres le escriben: "Por segunda vez, ante el miedo a entregarnos las notas, porque la criatura no levanta cabeza en los estudios, mi hijo de doce años se ha marchado de casa. Hemos pasado toda la noche en vela, y cuando esta mañana ha ido mi marido a coger el coche para denunciar su desaparición, se lo ha encontrado durmiendo dentro. Hemos intentado averiguar lo que pasa, y entre todas sus angustias por ver que no puede tenernos contentos trayendo mejores notas, me ha sorprendido una frase: "Es que a mí nadie me ha dicho nunca que hago algo bien". Los mensajes que enviamos a nuestro hijo cuando nos fijamos sólo en sus errores o en sus fracasos le transmiten la idea de que no sirve para nada, o de que difícilmente logrará superar cualquier problema que se le presente.

El niño es, como todo ser humano, un ser en constante cambio y transformación. Sus capacidades adaptativas son muy grandes, pero debe encontrar un ambiente que le estimule y le aliente para el éxito. Cuando los padres resaltamos con mayor énfasis las facetas negativas de nuestro hijo, estamos yendo en contra de principios fundamentales en educación: la comprensión, el aliento y el reconocimiento del esfuerzo y de los logros.

Si en mi trabajo, una y otra vez, mi superior señala mis equivocaciones y pasa por alto mi esfuerzo y los buenos resultados en otras tareas, me sentiré desmotivada, apática frente al trabajo y probablemente sin ideas. Cuando tildamos a nuestro hijo de "vago", de "despistado" o de "fracasado" estamos haciendo mella profunda en el concepto que tiene de él mismo provocándole un sentimiento de inseguridad no sólo de sus capacidades sino de su propia valía. Los padres actuamos como modelos y como adultos de referencia para nuestros hijos. Ellos piensan: "Si mis padres dicen que siempre me olvido de todo, debe ser verdad", y entonces se cierran a la posibilidad de cambio, de mejora.

Es mucho más productivo, cuando un hijo ha cometido un error, intentar sentirnos como él. Verle como alguien que está sujeto a cambios y que, en ese proceso, el fracaso y las equivocaciones forman parte de las oportunidades de ver los propios problemas y mejorarlos. Cuando él reciba el mensaje: "Te has equivocado, pero te comprendo y aquí estoy para ayudarte", en vez de: "¡Otra vez, ya estoy harto de que no te esfuerces por cambiar!", entonces estaremos cumpliendo realmente con lo que ser padres significa: amar a nuestros hijos incondicionalmente, servirles de aliento constante y ser capaces de ver en él un ser humano sujeto a cambios, capaz de lograr lo que se proponga más allá de las dificultades.

A menudo es difícil ser capaz de mantener una actitud positiva, de comprensión y apoyo cuando una conducta negativa se manifiesta una y otra vez. Hemos de ser capaces de inventar nuevas maneras de corregir, vigilando nuestras palabras y manteniéndonos atentos a lo que realmente pensamos de nuestro hijo. Nosotros somos los primeros que hemos de pensar que nuestro hijo puede cambiar. Si no es así, difícilmente reconoceremos sus pequeños esfuerzos, los logros mínimos que darán paso a logros mayores, y difícilmente encontraremos las oportunidades o situaciones en que él pueda verse de otra manera y modificar la imagen que tiene de sí mismo. En definitiva, la etiqueta que tiene adjudicada y de la que debemos conseguir que se desprenda.

martes, 4 de marzo de 2008

Promoviendo Un Comportamiento Positivo


Buscando información sobre otra cosa, he dado con este artículo, destinado a profesores, pero válido para padres también. La imagen, como viene siendo habitual, de Patricia Metola. Me fascinan sus dibujos y como ando tan corta de tiempo, casi ni me molesto en buscar más imágenes.

Este artículo fue publicado originalmente en el número de Noviembre-Diciembre 2007 del periódico Defensor de los Niños, publicado por Action Alliance for Children.

Educación y Atención Temprana --
Promoviendo Un Comportamiento Positivo
"Desde dentro"
Maestros y cuidadores comparten sus experiencias sobre cómo ayudar a los niños a desarrollar su motivación para hacer lo correcto
Por Cecelia Leong
Traducción al castellano: Lucrecia Miranda


----------------------------------------------------------------------------------------------


Maestra, Puppy no hace caso. ¡Está saltando encima de su amigo!” A los niños en el programa de preescolar de Karen Estella en Los Ángeles les entra la risa ante las travesuras de Puppy “el impulsivo”. Junto con sus compañeros marionetas Snail “el lento” y Bunny “el tranquilo”, Puppy es parte del plan de estudios antiviolencia Second Step (Segundo Paso) que usa Estella para enseñar a los niños a manejar sus emociones, como tranquilizarse o llevarse bien con los demás. Estella les pregunta: “¿Qué tiene que hacer el muñeco ahora?”. A través del diálogo, apunta la compañera de profesorado Sandra Espino, “los mismos niños resuelven sus propios problemas”.

“Es necesario que el comportamiento positivo venga desde dentro, que sea su elección [la del niño]”, dice Laurie Prusso, de Modesto Junior College. ¿Pero cómo pueden maestros y cuidadores trabajar con los niños para motivarlos a escoger un comportamiento positivo?

Explicar el comportamiento requerido
El mal comportamiento, dice Prusso, es la etiqueta que damos a las formas inapropiadas con las que los niños procuran satisfacer sus necesidades. Los adultos pueden mostrarles estrategias más efectivas; luego las propias experiencias de los niños les enseñarán que el buen comportamiento funciona mejor.

Michelle Krehl, directora de The Nurtury Preschool —un preescolar cerca de Los Ángeles—describe una situación en la cual “un niño estaba derribando las piezas (de las estructuras para armar) de los otros niños y ellos le pedían que pare, pero él no lo hacía”. Krehl se dirige al pequeño y le explica que para permanecer allí con los demás él debe prestar atención a lo que le piden. “Pregunto a los otros niños qué les gustaría que él hiciera si regresa (al área de bloques para armar): Puede regresar si escucha y cumple las condiciones”.

Ayudar a los niños a aprender a manejar sus emociones
Cuando Estella ve a los niños con aspecto de enojados pregunta: “¿Necesitas que hablemos?”. El programa Second Step (Segundo Paso) enseña un proceso para tranquilizarse. Primero, el niño pone una mano sobre su barriguita [y se pregunta]: ¿Cómo me siento? ¿Necesito calmarme? Luego escoge una estrategia: Cuenta, respira hondo o simplemente se dice a sí mismo que ha de calmarse.

Espino encuentra este proceso especialmente útil cuando los niños hablan diferentes idiomas. Un niño puede mostrar a los otros que “él necesita tranquilizarse usando las claves no verbales de agarrarse la barriga y extender una mano para decir ‘basta’”.

Un niño del programa extracurricular Monte Rio de Eamon Sharkey “explotaba si alguien le tomaba el pelo”. Sharkey le sugirió que cuando se enfadara “parara y se pusiera a escuchar el viento”. Después de una semana notó una gran diferencia. “A veces él crea sus propios sonidos: ‘uuu, uuu’… Lo hace cuando empieza a sentirse enojado”.

Enseñar a los niños cómo integrarse en el juego de los demás
Algunos niños se agarran o golpean entre ellos porque no saben cómo acoplarse al juego de otros niños. “Los niños necesitan que les enseñemos”, dice Prusso. En el programa de cuidado infantil familiar de Catherine Scott en Long Beach, cuando una niña quiere acompañar a otra en la mesa de Legos ella la induce a preguntarle si puede entrar a formar parte (de su juego), al tiempo que le presta apoyo si la otra niña le dice que no. En ese caso, yo “le digo: ‘A veces la gente quiere jugar sola… Está bien. ¿Por qué no vienes aquí?’”

Enseñar y dar ejemplos de empatía
“(Los niños) miran cómo interactuamos con ellos y ellos copian”, dice Scott. Hace poco, cuando una niña nueva en el curso estaba llorando después de que su madre se había ido, Scott estaba encantada de ver cómo otro niño de cuatro años tocaba su hombro con cariño diciéndole: “mami va a volver”.

En el centro de desarrollo infantil del Junior College de Santa Rosa, explica la profesora Jeanne Harmon, “promovemos el apoyo entre compañeros y el desarrollo de la empatía”. Los niños pueden sacar “osos bu-bu” del refrigerador para cuidar de amiguitos que tienen “bubas” o “pupas”.

Usar muñecos para discutir problemas
“Con niños de cuatro y cinco años”, dice Kathryn Ingrum, directora del centro de desarrollo infantil de Grossmont College, “los muñecos son muy efectivos como experiencia de aprendizaje indirecto”. Hace poco ella advirtió que dos niños de cuatro años estaban excluyendo al hermano de tres años de uno de ellos porque “no podía hacer lo que ellos estaban haciendo; nunca les reprendí”, explica, pero utilizó muñecos para mostrar “lo que se sentía al no ser capaz de hacer lo que los otros sí pueden hacer”. Después de eso “empezaron a incluirle más, diciendo: ‘Vamos, puedes hacerlo, pon tu pie allí’”.

La maestra de preescolar de Los Ángeles Elizabeth Benítez usa marionetas para ayudar a sus estudiantes a pensar a través de situaciones diversas, antes de que éstas ocurran: “El caracol (Snail “el lento”, en el personaje de la marioneta) tiene miedo de girar demasiado rápido en el tiovivo: ¿Qué podemos hacer para ayudarle?”. Un niño respondió: “Quizá el caracol Snail pueda subirse a las rodillas de Puppy para que no le dé tanto miedo”.

Ayudar a los niños a hablar a través de los conflictos
El centro de Ingrum tiene un “árbol de la paz” en el rincón, con almohadones debajo del árbol. Cuando los niños tienen conflictos pueden dirigirse al árbol de la paz con un maestro. Cada niño tiene una oportunidad de explicar su lado de la historia y sugerir soluciones. Luego el maestro apunta la solución y la cuelga en el árbol.

“El año pasado”, dice Ingrum, “el nombre de Kevin estaba en cada papel colgando del árbol. La maestra decía: ‘¿Recuerdan lo que dijimos la última vez? Leámoslo’. Después de un tiempo cuando veía que ocurriría alguna cosa sólo tenía que señalar el árbol”.

Premios y elogios: pros y contras
Cindy Stephens, de College of the Canyons, usa premios de forma esporádica. Éstos son de “corto plazo”, explica. “Los niños pueden hacerse adictos a los premios. ¡Piensa en lo materialista que son los jóvenes! Nosotros les preparamos el camino con caramelos y pegatinas”.

La maestra Carole Anania de San Lorenzo está de acuerdo en que el objetivo para los niños debe ser interno: “Me gusta cómo me sentí cuando hice eso”. Pero los premios—como pegatinas, libros o juguetes—y los elogios, dice, a veces son necesarios “cuando es la única forma en que podemos llegar a ellos”.

Anania trabaja a menudo con niños con necesidades especiales. Con un niño autista—que tenía su capacidad de lenguaje extremadamente limitada—Anania usó premios inmediatos para establecer comunicación. Cuando el niño le traía un dibujo de lo que él quería, ella le daba el juguete y le hacía elogios. Con el tiempo, el objetivo de Anania fue quitarle la costumbre de recibir premios.

Podemos ayudar a los niños a que se centren en sus propias razones para hacer las cosas, dice Stevens. Más que emitir juicios del tipo: ¡buen trabajo!” o “¡eso está feo!”, Stephens sugiere respuestas empáticas como “pareces entusiasmado con tu trabajo”, o “¡qué pena!”.