Esta semana se celebra la semana mundial de la lactancia materna, y desde los blogs de familia libre y creando y creando se ha organizado un carnaval de blogs.
Mi doble experiencia ha sido muy sencilla y facilona, así que carece de interés. Para mí la lactancia ha sido lo normal tras el nacimiento y salvo obstrucciones los primeros días (solventados a base de masajes, paños calientes y extracciones) no he tenido ninguna dificultad.
Así que de entrada, más que hablar de sentimientos, que era lo que se proponía en el carnaval, me gustaría dar el punto de vista de uno de mis hijos, Teo. Porque claro, cuando uno da el pecho a un ser que ya emite frases, obtiene su punto de vista particular. Según el día, te comenta que de las tetas está saliendo batido de fresa, o leche calentita, o leche fresquita. Opina además que las tetas de su papi están mal, porque no tienen ni leche ni batido.
Un día, como mago que es, se sentó en mi barriga y con un pie me tapó un pecho y comenzó a vociferar "abacadaba, pata de caba... que aparezca la teta de la mami... tachán!!!" quitó el pie y tachán! apareció mi teta. Toda una proeza.
Muchos días me pregunta si su amigo H, o su amigo G. toman el pecho de sus mamás. Y ahí sí me siento algo outsider, fuera de sitio, porque en mi entorno diario creo que casi se consideraría una aberración o algo así el que con su edad siga tomando el pecho. Y ahí veo genial que se celebren esta semanas de la lactancia, como apoyo a algo que es natural y normal y que en algún momento se convirtió en algo extraño. Se ha trabajado mucho en el fomento de la lactancia y ya en los anuncios se oye hablar de "hasta los seis meses", pero resulta que la lactancia puede dar mucho más de sí. Que hasta los seis meses es en exclusiva y a partir de ahí se complementa con otros alimentos hasta que progresivamente los otros alimentos son lo mayoritario y el pecho es complementario, pero no menos importante. ¿Hasta cuándo? pues en nuestro caso, hasta que uno de los dos diga basta.