La charca, como la llamamos en casa (no sé qué nombre tendra realmente) está en Madrid Río, ese proyecto faraónico de Gallardón. La idea es muy similar al espejo de agua que vimos en Burdeos y otras ejecuciones que hay por Europa. Pero claro, una se pone a comparar... y no sé si achacarlo a las prisas con las que acabaron el proyecto (las elecciones mandan) pero tiene varios fallos gordos. Para empezar, los adoquines cortan (en Burdeos eran baldosas grandes, lisas pero sin resbalar); el agua se acumula dejando cercos verdes de moho (en Burdeos el agua desaparecía por completo con lo que todo estaba limpio) y algunas charcas huelen fatal. En concreto, ayer fuímos de primeras a una en la que han puesto tumbonas, parasoles, un bar... estaba llena de gente, de barro, de moho y de olores fétidos. Así que huímos de allí, llegando a la tercera charca, que estaba limpia, aunque el cesped sí acumulaba barro y está en obras de nuevo, como muchas partes de este parque (ay, las prisas!!!).
Creo que cuando resuelvan estos problemas (y confío en que va a ser así, si no la degradación será muy rápida) será un lugar ideal para remojarse y pasar un buen rato.