Comenté hace unos días que he comenzado a trabajar. El despacho que me han asignado está lleno de recortes de optimismo, necesarios en un lugar al que principalmente acuden personas con situaciones personales muy complicadas. Uno de los poemas que hay es el No te detengas, atribuido a Walt Whitman, aunque en este blog comentan que no, que no es de él. También he visto que el poema es más largo, pero lo dejo tal cual lo tengo en el despacho. A veces llego por la mañana, por decir algo, ya que aún no ha amanecido, lo leo y me recargo.
Es extraño esto de ocupar el lugar de una persona a la que seguramente no conoceré personalmente, pero a la que siento cercana a través de diferentes textos y fotografías.
No dejes que termine el día
Sin haber crecido un poco
Sin haber sido feliz,
Sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento
No permitas que nadie te quite
El derecho a expresarte,
Que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer
De tu vida algo extraordinario
No dejes de creer que las palabras
Y las poesías
Sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase
Nuestra esencia está intacta
Somos seres llenos de pasión
La vida es desierto y oasis
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
Nos convierte en protagonistas
De nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra
La poderosa obra continúa
Tu puedes aportar una estrofa
No dejes nunca de soñar,
Porque en sueños es libre el hombre