Hace ya un año que una amiga de Laia se quedó a dormir en casa y en un momento dado, para matar el rato, cortamos un buen trozo de papel y de ahí salió un mural lleno de pegatinas, dibujos, telas... y lo que iba surgiendo, todo puesto sin ton ni son. No recuerdo si lo subí al blog, creo que sí.
M. está pasando los días de esta semana con nosotros y de las primeras cosas que pidió fue repetir la experiencia. Esta vez participó también Teo, que es un fan de la pintura de dedos.