Esta semana ha sido... desconcertante, en lo que se refiere a mi relación con el trabajo. Ya he comentado algunas veces que hasta junio trabajo fuera de casa, en un centro de servicios sociales. Salgo a las 12, recojo a Teo, voy a casa, comemos, se acuesta y me pongo a trabajar en insela hasta la hora de ir a recoger a Laia al cole. Más o menos esa sería mi rutinilla. Luego saco horas, a veces, de la noche (cada vez me cuesta más, la verdad) y sobre todo de los fines de semana. Pero esta semana...
Lunes: Salgo a las 7:45 de casa sin llaves. Hasta las 19:30 no podemos entrar. Eso sí, pasé un día de fábula. Comimos fuera, luego paseo por Madrid Río, parque, casa de una amiga y ya por fin a casa. Cero en trabajo.
Martes: todo normal, trato de ponerme al día de mis pellas del día anterior.
Miércoles: Teo decide que no duerme la siesta.
Jueves: Se va la luz. Cuando vuelve, Teo se despierta.
Viernes: Laia con varicela.
Sábado: Avanzo un poco.
Domingo: Todo listo para trabajar al máximo... pero el ordenador parece que vaya a despegar. Con este ruido no me centro. Para acabar de completar el tema tecnológico, la impresora se ha roto, o eso parece, dejando a varias personas a la espera de sus diplomas. Menos mal que nuestros alumnos son más majos que todo y no les importa esperar.
Total, que en estas estoy. Y asociación de ideas libre, he recordado un par de documentos que tengo sobre técnicas de relajación y tal.
El primero me lo pasó una amiga a quien se lo dieron en un curso. No lo he leído. Aprende a cambiar tu estado emocional en 15 minutos (como promesa no está mal).
El segundo me lo pasaron cuando lo de mi último trabajo (el acoso, la ansiedad y todo lo que trajo consigo). En su momento no lo abrí (me dí al chocolate y a la meditación-a-mi-manera a partes iguales), pero esta semana le eché un vistazo al encontrarlo en una memoria USB, perdido que estaba. Técnicas de relajación