Hace mas de un año, hablaba con una amiga sobre un articulo que leia en cuatro en la cama sobre el concepto de continuum. Yo no lei el libro de Jean Liedloff, pero lo que me fueron explicando me parecio que se adaptaba bastante a lo que Laia y yo necesitamos durante sus primeros meses. Eso si, soy consciente de que solo se del tema lo que me han contado. Asi que me gusto reflejar muchos de mis pensamientos en el texto Entendiendo el concepto de continuum . Pero charlando con Mer, veiamos que en el texto habia varias cosas que se daban a interpretaciones que eran poco de nuestro agrado. Asi que cada una escribio su propia vision del texto. Yo me base en algunas de las frases, las que veia mas peliagudas. Y lo escribi precisamente pensando en que tenia solo una hija y que queria revisar aquella vision cuando tuviera dos churumbeles. En eso estoy, pero quiero poner lo que escribi en su momento, para poder comparar.
Las fotos, del Mount-Saint Victoire, visto por nuestra camara y por Cezanne.
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Bueno, en primer lugar, respecto al texto, decir que yo no he tenido “crisis maternal” todavía. Y las que me conocéis sabéis que uno de mis miedos es que venga con el segundo hijo, igual que a la autora del texto. A simple vista no veo relaciones de poder entre nosotras, y cuando las hay las resolvemos y seguimos hacia adelante. Pero nunca se sabe. Así que voy a escribir un rollo que te mueres a ver si cuando tenga otro nene sigo teniendo ese punto de vista o no.
Bueno, en primer lugar, respecto al texto, decir que yo no he tenido “crisis maternal” todavía. Y las que me conocéis sabéis que uno de mis miedos es que venga con el segundo hijo, igual que a la autora del texto. A simple vista no veo relaciones de poder entre nosotras, y cuando las hay las resolvemos y seguimos hacia adelante. Pero nunca se sabe. Así que voy a escribir un rollo que te mueres a ver si cuando tenga otro nene sigo teniendo ese punto de vista o no.
“Jean procedió a describir todos los errores comunes cometidos por padres que genuinamente tratan de hacerlo todo bien”
Mi punto de partida no era hacer las cosas bien o mal, sino encontrar la forma de criar que nos fuese bien a las dos. Partía de un vacío muy grande, no tenía una base para hacer las cosas cuando eran bebés, así que partía de cero. Tenía unas premisas claras: respeto y amor. Y luego, pues siempre he sido una comodona, ya lo he dicho en alguna ocasión. Y haciendo las cosas como las hago me parecen el modo más sencillo porque me siento cómoda.
“La niña necesita una madre que confíe y sea tranquila”, explicó Jean. “Una madre que sepa lo que hay que hacer, y que no le pida permiso a su hija. Puede parecer lo contrario, que la niña esté luchando por más control, pero irónicamente ella está luchando para no llevar el control y te está presionando para que te mantengas firme. Cuándo un niño siente que puede llevar el control, su impulso es presionar para ello. Ella no resiste esto, ya que es la naturaleza humana y es para lo que está programada.”
Es curioso, pero siempre he sido insegura, salvo en esta faceta de madre (tengo mis inseguridades, claro, pero no dominan la maternidad). Tranquila siempre lo he sido. Desde que nació laia parece que tuviese una especie de chip que me indicaba qué había que hacer, el instinto animal, me parece que es, que se despertó en mí. Ella fue de los bebés de altas necesidades, que dicen, muy sensible y demandante de piel con piel. Sé que para muchas madres esa etapa, vivida así, es dura, pero en general para mí fue una delicia una vez entendí que se estaba despertando algo en mí, que la forma de sentirme bien yo también era en los brazos de mi hija. Llegó la díada bebé-mamá / mamá-bebé y la vivimos al máximo. Ahí sí nos metimos, sin saberlo, en el mundo Laura Gutman. Fue como un globo total que duró 9 meses de forma muy intensa y hasta los dos años de forma más relajada.
De todas formas, yo pienso que más que poner empeño en mantenerse firme, uno tiene que estar seguro. Si te sientes seguro, pues ya está, no entras en lucha de poder, en firmeza, en confrontación.
“La vida de un niño depende de sus padres. Ella espera de ellos protección, fuerza, y certeza. Ella quiere que ellos sepan qué es qué, lo que está bien, lo que está mal, qué hacer y a dónde ir. “Tu eres la adulta, mami, así que no me preguntes qué quiero hacer”
Esta parte me recuerda mucho a esos niños que aún en brazos, alimentados… siguen llorando, les sigue pasando algo y aparentemente no es nada. ¿Le están diciendo a la madre que tienen que empezar a ponerse a trabajar la sombra?
Bueno, dejando a LG, aquí llega una de las partes que se puede malinterpretar. Yo sí le pregunto a laia cosas de las que en el texto parecen la expresión de una inseguridad, pero como todo, es interpretable. Yo sí le pregunto, por ejemplo, dónde le apetece ir cuando tenemos un tiempo en blanco por delante, a rellenar sin prisas por las dos. Y entre las dos formamos ese tiempo. Si tengo que hacer algo pues se lo explico y lo hacemos tan tranquilas, pero sino, aún sabiendo que yo soy la adulta, tengo en cuenta su opinión.
“No le ruegues y supliques por todo” Jean siguió. “Si le suplicas, tiene el poder, y eso la pone nerviosa porque significa que tu no estás segura de ti misma, y que le ruegas aceptación. Cualquier mujer adulta que le suplica a una niña de cuatro no es de fiar. No le preguntes a ella qué quiere hacer, díselo, pero asegúrate que no se lo dices de forma enfadada. Sé práctica y dulcemente dile lo que tú quieres que ella haga. Trátala como tu aliada, como si ella quisiese hacer lo que le dices, y como si ella estuviese escuchando. Y no le des interminables explicaciones y razonamientos; eso tiende de nuevo a sonar como súplicas.
Aquí hay más cosas interpretables…
Por un lado yo no le ruego ni suplico. Hablamos, si en lo que le tengo que decir ella puede decidir, sí, le pregunto, y acepto su decisión. Y eso incluye el que me diga un no. Y hay muchas cosas en las que ella puede decidir y que le pregunto. Si no hay ninguna decisión por tomar, no formulo pregunta, lo digo, de una forma cortés, pero sin pregunta de por medio. Confunde, sobre todo a un niño de tres años, que no sabe lo que son las preguntas retóricas, el que te pregunten algo en lo que no tienes capacidad para decidir. Pero si puedo, sí doy opciones y por lo tanto, pregunto. Ejemplo: recoger. A las 7 de la tarde sí le puedo preguntar ¿recogemos ahora o después de cenar? Y puede elegir (sí, muchas veces dice que ahora, incrédulas, jajaja!!) . Después de cenar, la frase será: vamos a recoger! No hay pregunta. Pero lo que no le voy a preguntar (a ninguna hora del día) es ¿quieres recoger?.
“Incluso cuándo abraces a tu niña, mira si de alguna forma le pides perdón, o le suplicas de alguna forma”.
Y añado, que si te encuentras en el momento en el que ves que el abrazo es una súplica, exprésalo.
Jean tenía razón, había tratado tan duramente de complacer a Becky y siempre tratando de darle sus propias elecciones. Le habían preguntado a dónde quería ir, y lo que quería hacer. Ella no había sido una pequeña muy demandante, pero sí se había convertido en una niña muy demandante, pareciendo que quisiese constante atención. A la mayor parte de sus reclamos, yo (y mi marido) acudiríamos obedientemente a sentarnos y jugar juegos infantiles. Si tuviese que declinar la petición de Becky para jugar, le suplicaría ansiosamente perdón, “Oh, Becky, lo siento, de verdad que tengo que terminar de hacer la cena. Te prometo que jugaré contigo más tarde, vale?” Me sentiría culpable cuándo realizase tareas de adulto porque pensaría que debería pasar más tiempo con Becky, haciendo lo que ella quisiera. Nunca se me ocurriría que hacer lo que yo quisiese, no significase pasar menos tiempo con Becky.
Volvemos a algo que digo yo si en el mañana me hará encontrarme en esa situación, pero como hoy por hoy veo que es lo mejor para nosotras… es como lo de no lo cojas mucho que cuando vaya a la guarde va a pedir brazos y no estarás.. adelantarse. En nuestro caso, entiendo que lo hago cuando hay ocasión, y cuando no hay ocasión lo que veo es una niña que entiende perfectamente que ya hay planes (hoy vamos a ir a xxx que tengo que hacer xxx). Ella expresa sus gustos, yo los míos y hacemos nuestros planes.
En nuestro caso, laia sí fue una pequeña demandante, pero cada vez lo va siendo menos (o me lo parece a mí). Si me llama sí le contesto (igual que si me llama cualquier miembro de mi familia), pero si en ese momento no puedo atender a lo que me pide, no siento culpa. Le explico la situación, le digo que en un rato (cuando acabe de xxx) y ya está.
Yo estaba tan influenciada por las historias de esas madres devotas que felizmente dejan sus casas todas revueltas, las facturas sin pagar, y la ropa sucia apilada, sintiendo que lo importante es estar con sus hijos, inmersas en sus actividades porque “después de todo, solo son pequeños una vez”. Cuánto más leía, más me veía inmersa en esto.
“La niña no debería sentir que se espera de ella que te dirija, y tu no deberías estar centrada en ella” dijo Jean. “Haz cosas de adultos, lo que incluye mantener tu casa limpia si es eso lo que deseas. La niña hace lo que quiere hacer, y de vez en cuándo lo que ella querrá hacer es lo que tu haces, y debería sentirse simepre bien recibida a estar contigo. Así que no intentes enredarla con sus juegos infantiles, sino deja que te ayude, tenla como tu satélite, no tú como su satélite.
Este es un punto importante, aunque el ejemplo de la casa, conmigo… ejem, ejem… va a ser que no. Antes de nacer ella tampoco necesitaba excusas para no hacer según que cosas, así que estando ella no la voy a poner de excusa. La casa me importa un carajo. Sí, cuando nos ponemos a hacer cosas de la casa, ella viene y ayuda con una sonrisa de oreja a oreja, le gusta. Hoy estaba cocinando y se ha puesto a fregar el suelo de la cocina (simulando que lo fregaba), cuando ha acabado ha venido a ayudarme. Pero bueno, en general yo no deseo hacer cosas de casa, así que no las hago (las hacemos en un momento dado, cuando decidimos ). ¿cosas de adultos? En casa, me pongo a leer algún libro o me conecto a internet, por ejemplo. Muchas veces ella está jugando a mi alrededor (o me pide que le lea del libro adulto). Pero es cierto que hago pocas cosas de adulta porque en realidad lo que me apetece de verdad, de verdad, es ponerme a hacer manualidades con ella, pintar… así que igual soy una de esas madres devotas inmersa en sus actividades. Pero es que lo disfruto tanto!!!
En cuanto a lo del satélite, tratando de entenderlo más allá de lo de la casa… hoy me ha venido a la mente un ejemplo…
Hemos ido a comer al campo, en plan pic nic. Teníamos tanta hambre al llegar que nos hemos puesto a comer sin jugar previamente con los columpios (veníamos de la piscina). Así que laia en seguida se ha cansado de comer y quería ir a jugar. Vale, le hemos dicho. Y hemos seguido comiendo. Como ha visto que no nos levantábamos, nos ha dicho que fuéramos. Le hemos dicho que nosotros íbamos a acabar de comer, que en cuanto acabáramos nos poníamos a jugar. Ha decidido sentarse y seguir comiendo de nuevo (sin que nadie le dijera nada del tema volver a comer, vaya entendíamos que quisiera ir a jugar, ya comería luego). Y he recordado un día con unos padres, que preferían que la niña jugara y mientras ellos detrás con la comida todo el rato, a trocitos, directamente para la boca. Y ellos ni comían ni jugaban, estaban pendientes de que su hija comiera. Y en su momento me pareció genial porque no estaban obligando a comer, sino acompañándola y permitiéndola que jugara. Jo, pues yo ahora no me veo haciendo eso. Ella que decida, entiendo que un día de campo igual come a ratos, pero si yo tengo hambre y me apetece comer, pues oyes, que está muy rica la comida, ya iré luego a jugar, jajaja! Nada, que al nombrar lo del satélite, me ha venido a la mente aquella imagen. Si que a veces me siento como una mama pata.
“tus necesidades son las mismas que las del niño y tu no tienes que elegir entre ellas.
Este es el sentimiento que yo tengo la mayor parte del tiempo.
El segundo paso fué introducir el profundo entendimiento de que los niños son por naturaleza sociables y quieren cooperar, imitar, seguirte y ser parte de tu equipo.
"Uno puede observar esto en cualquier lugar que no haya estado bajo la influencia de la civilización Occidental” explicó Jean. “En las sociedades primitivas, discusiones, tensión, conflictos, competencia, los “terribles 2”, la rebelión adolescente y la rivalidad entre hermanos no existe. Los niños no están molestando, interrumpiendo o desviando la atención de un adulto. Ellos están ayudando a los adultos, y obedeciendo instantánea y voluntariosamente. Ya que la conducta del adulto no es permisiva, no existe el castigo.
La verdad es que vivimos en una civilización occidental, pero aún así se puede tomar su naturaleza como sociable, cooperante… es cierto que yo tomo a mi hija así, y es lo que he recibido de momento, colaboración. Y en general me ha pasado con todos los niños con los que he estado, desde siempre. Cuando era monitora, mucha gente se sorprendía de que niños “rebeldes” me escuchaban y me hacían “caso”. Pero es que nunca dudé de que fueran a hacerlo.
Yo diría “Llévale esto a papá”, o “Tráeme un pañal para Jacob”, mejor que “Me traerías, por favor, …?” ya que Jean explicó: Una de las cosas más poderosas son tus esperanzas, lo que el niño percibe que tu esperas. Puede que no sea lo que esperas del niño, sino solo lo que aparentas que esperas. Cuándo dices “Me traerías, por favor, ese juguete para aquí?” hay normalmente un tono de desconfianza, de que ella no te lo traerá, y eso no debe ser la primera vez que preguntas. Así, después tendrás que preguntar cuatro o cinco veces más (lo que llamamos gruñón) con la actitud “espero que me creas pero no creo que lo hagas”. Esto es por lo que ella siente que tiene que presionarte hasta que te mantengas firme, y esa es la forma en la que se espera de ella que actúe contigo.
Bueno, aquí discrepo un poco. Las cosas siempre con educación, sin dar órdenes. Porque el que lleve eso a papa o me traiga un pañal para otro es un favor que me hace y que realmente puede decirme que no. Con el ejemplo de recoger los juguetes, lo veo mejor, pero con estos dos ejemplos… que quede bien claro que le estoy pidiendo un favor, mi hija no me debe obediencia ciega en estas situaciones.
Lo que ocurre si ella no te obedece, o se comporta mal”, Jean explicó, “es que la dejes fuera, y ningún niño soporta que lo dejen fuera. O está contigo haciendo lo correcto, o se la deja fuera, pero no está hecha para que la hagan sentirse mal, o para que la castiguen o la riñan, o le supliquen o le pidan, o cualquier otra cosa interesante. No entres en conflicto con ella sobre nada. Muéstrale que tu sabes lo que haces y que esperas de ella que obedezca y que quiera ayudar. El tema para tí es mantenerte lo más firme que puedas para que ella finalmente se sienta segura y abandone el probarte.”
Lo mismo, si no me obedece, lo primero que tendré que plantearme es qué le estoy pidiendo? Si es adecuado perdirle eso a un niño de esa edad, si tiene obligación de hacerlo… Lo de comportarse mal, ya entramos en otro mundo, qué es comportarse mal? No me he visto en ésas todavía, así que lo dejo ahí.
Cuándo sinceramente creas que un niño es profundamente sociable, siguió Jean, le dices lo que hay que hacer correctamente, asumiendo que ella quiere saberlo, y tu le das la información como tu aliada, tu compañera de equipo en la que confiar, no como adversaria. Tu eres la que informa a tu hija, su aliada, funciona: el castigo o la permisividad, no”.
Totalmente de acuerdo. Hoy por hoy tengo en mi hija una aliada.
Avances, no perfección.
En eso estamos. La perfección no existe, ni ganas.