Guzmán es un amigo de Laia y de Teo al que hace unas semanas diagnosticaron Leucemia linfonosequé. Una de esas noticias que te dejan en estado de shock durante semanas. Se va a curar, claro que sí, en ningún momento he pensado en otra opción y cuando sea mayor ésta será una anécdota en su vida. Pero es cierto que la enfermedad ha cambiado de golpe, sin avisar, de un modo absoluto, la vida de él y de su familia. Nuevas rutinas, nueva y provisional habitación, quimio, batas verdes por doquier...
Tiene una familia maravillosa que le arropa y un círculo de amigos muy especial, al que me siento muy orgullosa de pertenecer. Son una familia muy especial, que desprende luz y vitalidad. Eva ha puesto en pausa su blog, pero Jose ha abierto uno, Uno entre cien mil, dedicado a esta etapa de Guzmán, como lugar donde concentrar todos nuestros pensamientos positivos, energía, oraciones... cada uno lo que pueda aportar. En concreto hay una iniciativa para conectar todo ese sentimiento que nos genera Guzmán a tantas personas, a la misma hora, el mismo día. Guzmán está en nuestros corazones todos los días, le tenemos muy presente, pero los viernes, a las 22:30 de la noche, vamos a pensar todos en él, a imaginarlo al final de este proceso de curación, venciendo a la leucemia linfonosequé. He pedido permiso a Jose para poner en mi lista de blogs el suyo, y me ha comentado que podía poner la foto con el enlace a los viernes de Guzmán. De esta forma quiero extender este mensaje a todas las personas que siguen este blog.
Mi primer recuerdo de Guzmán es de cuando tenía unos 8 ó 9 meses y era un bebé rollizo, dulce y sonriente. Mi último recuerdo es del sábado pasado y es el de un niño igual de sonriente, que irradia felicidad y dulzura por los cuatro costados, a pesar del cansancio y de la enfermedad. Mis nenes, los dos, le quieren mucho. Teo empezó a jugar a los trenes al volver de las vacaciones que compartimos con Guzmán y su familia, tras verle jugar día tras día con uno de esos circuitos Brio que había en la casa donde estuvimos. Y cada mañana me pide la canción de Thomas acordándose de su amigo. Laia se acerca a él con ese aire maternal y cariñoso, tan de ella, y juegan, y charlan, y le cuida. El sábado pasado, día en el que fuimos a visitarle, se despertó con la voz de Guzmán como eco de alguno de sus sueños. El sueño de que muy pronto todo esto forme parte del pasado.