Ayer madrugamos y nos fuimos Laia y yo a la carrera de la mujer. La noche anterior no estábamos seguras de ir. La semana había sido dura y tenía una falta de sueño considerable. Pero en un gran esfuerzo, y en contra de mi costumbre, puse el despertador a las 7 de la mañana de un domingo y me dije, a ver qué pasa... y pasó que me desperté. Fui de puntillas a preguntarle a Laia si quería venir a correr y rápidamente sonrió y se levantó. Valió la pena, la verdad.
Fue genial participar, mucho más con ella. Empezamos corriendo. Laia no tenía mucha idea de cuál era la distancia. Su única referencia de carrera es la de Carabanchel, y los de su categoría, chupetines, corren 100 metros. Así que intentar explicarle lo que son 6 km... pero vimos un cartel con un 1, y luego con un 2... íbamos avanzando!! Luego llegó una cuesta y ya comenzamos a caminar (y yo alucinada de todo lo que había corrido mi niña!!! eso sí, sin parar de hablar, tuvimos cháchara toda la carrera). Volvimos a entrar al Retiro, precioso, con los impresionantes castaños de indias. Cuando pasamos el 3, ¿o era el 4? teníamos sed, así que paramos a comprar una botellita de agua, a falta de avituallamiento. Al ver el 5 volvimos a correr, y cuando teníamos la meta a 200 metros ya parecíamos olímpicas en lucha por la medalla de oro. Al llegar nos abrazamos y nos fuimos a darnos un homenaje en forma de desayuno junto a unas amigas.
Durante la carrera me comentaba que al llegar a casa iba a a hacer un dibujo, incluso dibujó en el aire del parque. Éste es el dibujo, que me encantó :), junto a las flores que me hizo en el cole.