domingo, 12 de octubre de 2008

La estaciones


Ahora mismo tenemos en casa dos libros maravillosos con el mismo título, Las estaciones.

El primero de ellos está ilustrado por Iela Mari y editado por Kalandraka. Se basa en la idea de círculo sin fin, que al parecer es una constante en la obra de la autora. El escenario siempre es el mismo y nos muestra el paso del tiempo desde que el lirón está hivernando hasta que vuelve a su madriguera para dormir. Vemos el germinar de la semillas, la floración, la caída de las hojas en otoño, el nacimiento de los pájaros, su migración, las idas y venidas del lirón durante todo ese tiempo. Y de ahí surgen muchas posibles historias y cuentos. Porque es un libro en el que no hay palabras. Hace más de un año que lo tenemos y L. sigue sacándolo de la estantería y tejiendo frases entorno al árbol.


El segundo es de John Burningham y está editado por Kókinos. Va explicando, con frases muy sencillas y sugerentes lo que cada estación es para el autor. Cada idea viene acompañada de preciosas ilustraciones, donde a través de los colores se palpa el cambio de tiempo. Para rematar, hay un poster de cada una de las estaciones, que si no fuese porque es de la biblioteca, ya los tendríamos colgados en la pared. Puestos uno al lado del otro se ve el paso del tiempo, los colores de la naturaleza.

" El otoño es... hojas revoloteando al viento, las ardillas acumulando provisiones, tractores arando, hogueras, aves que emprenden el vuelo y noches más largas"


Por último, en nuestra última visita a la biblioteca, cogimos un libro que forma parte de una serie que lleva el título de las estaciones. En este caso, se trata de El libro del otoño, de Rotraut Susanne Berner, editado por Anaya. Es un libro de imágenes, muy similares a las de Teo. A mí, con este tipo de dibujos me dan ganas de mudarme a una ciudad más pequeña. Puedes quedarte horas mirando una sola página del libro, metiéndote en las escenas costumbristas. Se acerca el concurso de calabazas y el desfile de farolillos y vamos recorriendo la ciudad como observadores. Ya digo, me dan ganas de meterme dentro del cuento que destila otoño por todos sus poros. Hoy mi hija lo ha cogido y la he encontrado totalmente absorta.