El otro día, a través de la lista de correo de EPEN (El parto es nuestro), me llegó este extracto del libro "El Parto sin Dolor" de Consuelo Ruiz, sobre la respiración durante el parto.
En las clases de preparación al parto nos han dicho que respiremos por la nariz, que intentemos relajarnos, que tengamos la garganta húmeda, que la abramos, que quizás nos irá bien emitir algún sonido gutural... pero que básicamente nos dejemos llevar. Qué diferencia con mi primer embarazo, donde ensayábamos la respiración de jadeo tan agotadora.
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[…] Ahora les voy a enseñar un ejercicio respiratorio muy sencillo, pero que poco a poco amplía la capacidad torácica, resultando muy beneficioso por lo que les he explicado de respirar debidamente. Además, una respiración correcta y profunda les facilitará el parto, y durante el embarazo les suprimirá molestias y sofocos que hemos venido atribuyendo al desarrollo progresivo del útero, cosa que no tiene por qué molestar, pues está hecho para crecer. Estos sofocos, en realidad, se deben a la acumulación en la sangre de productos de desecho del feto que, con la respiración, son eliminados junto con el ácido carbónico de la madre.
Este ejercicio respiratorio consta de tres tiempos. Les recomiendo que lo hagan despacito, sin nada que les apriete el pecho y, naturalmente, en un sitio que haya aire lo más puro y sano posible.
Primer tiempo: Inspiración por la nariz, con la boca cerrada, lenta y todo lo profunda que se pueda.
Este ejercicio respiratorio consta de tres tiempos. Les recomiendo que lo hagan despacito, sin nada que les apriete el pecho y, naturalmente, en un sitio que haya aire lo más puro y sano posible.
Primer tiempo: Inspiración por la nariz, con la boca cerrada, lenta y todo lo profunda que se pueda.
Segundo tiempo: Abrir la boca, dejando escapar el aire por ella.
Tercer tiempo: Soplar muy despacito, como para inclinar, sin apagarla, la llama de una vela.
Deben ustedes repetir este ejercicio cinco veces por la mañana y otras cinco por la tarde.
[...] Como el útero es un saco musculoso trabaja igual que el brazo y que todos los demás músculos del cuerpo, bajo el mandato directo del cerebro, acor¬tando y ensanchando sus fibras, poniéndose duro. El trabajo aquí, naturalmente es distinto. El útero empuja al feto acabado de formar para que salga, y en este trabajo intervienen dos factores músculo y cerebro. El cerebro da al músculo la orden de que trabaje. La orden parte del cerebro al músculo. Es recibida por el músculo y ejecutada. Entonces del músculo parte una respuesta al ce¬rebro (flecha negra), como diciendo: "Ya lo he hecho". El cerebro, como órgano superior, recibe toda clase de sensaciones de los demás órganos y las cla¬sifica. Es decir, analiza y se entera de las cosas que pasan en, los órganos para mandarles obrar en consecuencia y en beneficio de todo el organismo. Es el cerebro quien manda retirar instantánea¬mente la mano de una sensación desagradable y perjudicial, como, por ejemplo, ante una quemadu¬ra o un pinchazo. Es el cerebro "el que dice: 'Esto es frío", "Esto es hambre ", "Esto es dolor", etc. Y el que manda encogerse, estirarse, segregar jugos, etc.
[...] Mientras al cerebro, le llegan sensaciones que conoce de antemano no ocurre nada que lo altere. Es como sí a una corriente eléctrica se enchufa un aparato del voltaje y potencia correspondientes. El aparato funciona y la instalación sigue igual. La circulación sanguínea, la digestión, etc., son trabajos .fisiológicos en los que el cerebro interviene tan activamente como en el parto, pero que no le perturban en absoluto, porque son cosas que conoce y espera.
¿Qué ocurre con la contracción uterina? Que como no se da a luz todos los días el cerebro no la espera. Mejor aún, la espera creyendo que es un dolor, porque todas las mujeres antes que llegue han pensado en parto = dolor. Cuando desde el útero llega al cerebro la señal contracción el cerebro se equivoca y dice: "Esto es dolor" y da orden de dolor, de defensa, a todos los, órganos, creando entonces erróneamente el dolor verdadero, porque ha recibido una sensación, diferente de las acostumbradas. […] Si quieren dar a luz sin dolor tienen que reforzar la capacidad reactiva de sensaciones del cerebro para que en su día reciba el aviso contracción en su significado y sentido verdaderos. […] En el parto preparado el cerebro sabe que van a presentarse contracciones, una sensación extraña que antes no había sentido, pero que no es dolor. Cuando la contracción llega la recibe, la analiza y se entera "Esto es la contracción". En consecuencia, el cerebro da al organismo or¬den de parto, orden de colaborar todo él en la tarea con arreglo a un plan que ya tiene trazado de antemano, que hemos preparado minuciosamente durante estas charlas. Este plan de parto, este aprendizaje de parto es lo que vamos a estudiar aquí para que cuando llegue no haya lugar a equivocaciones, tomando por dolores otra sensación.
[…] En su progresión la presentación fetal es empujada directamente por las fibras uterinas, y de una manera indirecta, de arriba abajo, por el diafragma, y de fuera a dentro por los músculos abdominales, y frenada por los músculos del periné, donde siempre encuentra mayor o menor resistencia. Les llamo muy especialmente la atención sobre estos tres músculos, diafragma, abdominales y periné, porque si siguen ustedes mis instrucciones es posible hacerlos trabajar inteligentemente en provecho del parto, como hacemos trabajar a los músculos de nuestras manos y nuestras piernas para la vida corriente.
[…] Hay que empezar hoy mismo a educar los músculos para poder controlarlos cuando y como ustedes quieran. El día del parto es necesario que sean capaces de dejar todos los músculos del cuerpo laxos, relajados por completo, haciendo que únicamente el útero se contraiga.
1. Porque se aprovecha así de todo el oxígeno del cuerpo, necesario al trabajo muscular, y de toda la energía del cerebro.
2. Porque la contracción de otros músculos, sobre todo los relacionados con el periné, pueden dificultar el parto.
3. Porque la relajación es necesaria para que el niño efectúe cómodamente y sin sufrimiento para él los movimientos de flexión y rotación necesarios para su salida por la forma especial de la pelvis ósea.
[…] La intervención activa de la futura madre, en esta parte del parto, podemos resumirla en cuatro puntos, con arreglo a los cuales, he aquí lo que tiene que hacer:
1º Recordar que el origen del dolor en el parto es un reflejo condicional, es la respuesta del cerebro desorientado ante una sensación extraña. En ustedes es imposible que ese dolor, ese reflejo, se produzca. Cuando sientan una sensación extraña, un endurecimiento y tirantez del vientre ustedes le reconocen inmediatamente como Contracción indolora. Ni por un segundo deben dudar.
2º El útero necesita para su normal trabajo absoluta y completa independencia. La menor cris¬pación de cualquier otro músculo puede perturbar su contracción y volverla dolorosa.
Además, tengan ustedes en cuenta cómo se efectúa esta dilatación. Ya saben ustedes que es preciso que el cuello esté muy blando y el útero muy fuerte para que sea la contracción aprovechada al máximo. Por eso, durante la contracción, hay que rela¬jarse, como les he enseñado. Tanto más completo será el relajamiento cuanto más frecuente e intensa sea la contracción.
La relajación cumple, asÍ, dos funciones ablanda los músculos que no han de trabajar y que pueden estorbar el trabajo no permite al útero aprovechar toda la fuerza del organismo para su tarea.
3º Todo trabajo muscular quema oxígeno. Seguramente han leído o han oído decir que a los futbolistas, atletas y deportistas en general se les administra oxígeno para reponer sus músculos y para que éstos rindan así el máximo esfuerzo.
Los músculos uterinos necesitan también un refuerzo de oxígeno para poder llevar a cabo sin fatiga, es decir, sin dolor, el duro trabajo del parto. Para ello es suficiente hacer un par de inspiraciones fuertes, antes y después de la contracción, es decir, cuando la sientan venir y cuando ya haya pasado. El oxígeno del aire inspirado, lenta y profundamente, reemplaza de una manera muy rápida al quemado por la contracción y previene el dolor causado por la fatiga muscular, lo que en los brazos o en las piernas llamamos agujetas.
4º Encima del útero hay un músculo muy importante, llamado diafragma, que separa el abdo¬men del tórax y que en la respiración funciona como muestran los dibujos de las láminas 22 y 23).
Durante la inspiración, la cavidad torácica se llena de aire, se amplía, y el diafragma baja. Durante la expiración, el aire sale, la cavidad torácica disminuye, y el diafragma sube.
Por otra parte, en el fondo del útero existen multitud de terminales nerviosos que, bajo la presión del diafragma, pueden afectarse y doler. Nosotras, que lo sabemos de antemano, vamos a remediarlo de una forma muy sencilla impidiendo que baje el diafragma mientras el útero sube, es decir, durante la contracción. Cuanto más honda y más lenta es la respiración, entra más aire y el diafragma baja más. Cuanto más superficial y más rápida, entra menos aire y el diafragma baja menos. Fíjense bien en esto, porque es muy importante.
Ustedes tienen que conseguir que durante la contracción entre el menor aire posible en sus pulmones. Claro que, si entra menos aire, entra menos oxígeno y acabamos de decir que hace falta mucho oxígeno. Esta aparente contradicción puede remediarse sencillamente tomando poco aire muchas veces, en vez de mucho aire de una sola vez.
Respirando con la que vamos a llamar respiración anhelante.
Ahora ya saben ustedes cómo ayudar y dirigir el trabajo de dilatación en el parto.