martes, 30 de septiembre de 2008
El pecho no tiene horario
Lo he encontrado en la web Criar con Apego
domingo, 28 de septiembre de 2008
Parto natural
Pero parto natural no es simplemento un parto “sin”, sino aquel que se produce gracias a la maravilla de la fisiología, y en el que los procedimientos obstétricos se aplican únicamente en caso de necesidad. Es lo opuesto al parto medicalizado, atendido por la obstetricia convencional, en el cual la tecnología sustituye la fisiología de la mujer, desvirtuando la experiencia del nacimiento, y generando riesgos innecesarios para la madre y el bebé. En el primer caso la técnica está al servicio de la naturaleza, en el segundo, la naturaleza es doblegada por la técnica. Las tasas de cesáreas en los países y hospitales que respetan los procesos naturales no suelen superar el 10%. Cuando la asistencia es de corte intervencionista, la tasa de cesáreas siempre es superior.
No es posible asistir dignamente a una mujer parturienta sin comprender la verdadera naturaleza del parto: es un acontecimiento involuntario, tanto como el sueño o el orgasmo, aunque mucho más complejo. Todos sabemos lo que ocurre cuando uno trata de controlar o dirigir mentalmente estos procesos: simplemente no ocurren. La sola pretensión de controlar un proceso involuntario lo inhibe, y eso es lo que sucede con el parto hospitalario. Ese es el motivo por el cual cuando la mujer llegar al hospital, la dilatación a menudo se estanca. Cuando el parto se inhibe, se prepara el terreno para todo tipo de procedimientos que sustituyen la función de una naturaleza que en estas condiciones, obviamente, no puede funcionar: estimulación con oxitocina, episiotomía, anestesia, fórceps, cesáreas innecesarias … se sustituye un proceso natural sofisticado y sabio por un conjunto de técnicas encaminadas a resolver los problemas a menudo creados por ella misma. Y también para someter un proceso con un ritmo propio al ritmo acelerado que establece el hospital.
Dice Michel Odent que de las muchas preguntas que se hacen los estudiantes de obstetricia hay una que continúa ausente de los planes de estudios. Esa pregunta es ¿Cuáles son las condiciones idóneas para un parto fluido?
Intimidad, seguridad y apoyo emocional.
Lo mejor que podemos hacer para favorecer un proceso involuntario es conocer y crear las condiciones idóneas para que se produzca solo. Puede resultar paradójico que la única forma de “humanizar” el parto sea recapitulando el hecho de que somos una especie “mamífera”. El parto es un acontecimiento instintivo, llevado a cabo por nuestro cerebro mamífero, y en el que la participación de nuestra mente racional tiene un efecto contraproducente. Lo más que se puede hacer es rendirse a la experiencia y permitir que ocurra, para lo cual el ambiente en que transcurre y la calidad humana y actitudes de los asistentes es esencial.
Ese cerebro mamífero primitivo es también nuestro cerebro emocional (sistema límbico). Es una constante en todas las especies mamíferas que la parturienta necesita una atmósfera de intimidad y recogimiento, de seguridad física y emocional, que le permita entrar en el estado de consciencia especial propio del parto. Cuando este estado de intimidad se impide, cuando una hembra mamífera se siente amenazada, o incluso indiscretamente observada, el parto se interrumpe: las hormonas del estrés inhiben las hormonas del parto.
Esto pone de relevancia la enorme importancia del estado emocional de la madre y cómo influye en él el soporte emocional y el trato que recibe, así como las condiciones y el ambiente en que transcurre el parto. La forma en que se trata a la mujer de parto puede condicionar totalmente su progreso. Por ello, las primeras recomendaciones de la OMS no se refieren a los aspectos técnicos, sino emocionales y psicológicos: Debe fomentarse una atención obstétrica crítica con la atención tecnológica al parto y respetuosa con los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del parto.
Ambiente y entorno apropiado.
El parto es dirigido por el cerebro mamífero (emocional), pero inhibido por el neocórtex (racional). Decía Michel Odent que es suficiente preguntar a una mujer su número de la seguridad social para que el parto se interrumpa. Debe pues evitarse todo lo que active el pensamiento racional en la mujer de parto: hablarle sin necesidad, darle órdenes o interrumpirle en su “viaje interior”. También interfieren las luces, los ruidos, el frío, la prohibición de comer, la incomodidad de tener que mantener una postura determinada o estar en un lugar poco apropiado, como es el paritorio. Las condiciones necesarias para un parto fluido no difieren mucho de las condiciones idóneas para dormirse: intimidad, penumbra, silencio… todo lo que permita a la mujer ensimismarse. Dice Sheila Kitzinger que “el lugar ideal para dar a luz es el mismo que para hacer el amor”.
Libertad de expresión.
La represión de la expresión de dolor durante el parto tiene la consecuencia de reprimir la evolución del parto mismo. Beatrijs Smoulders, comadrona holandesa, afirma en su libro “Parto Seguro” (Editorial Médici), “Hace años, de una parturienta se esperaba que fuera fuerte y no dijera ni pío al dar a luz. En estos casos, el personal sanitario del hospital podía afirmar: “¡Qué bien lo hace la señora!”. Mientras que la comadrona de hoy en día más bien pensaría: “¡Suelte un berrido de una vez, señora, y así como mínimo pasará algo”. Sumergirse y aceptar el dolor es condición necesaria para la producción de endorfinas, “opiáceos” internos que amortiguan y modifican la percepción del dolor.
Libertad de movimientos y postura para el expulsivo.
La posición tumbada para dilatar (enganchada al gotero y al monitor) y el potro obstétrico para el expulsivo pasarán a la historia como uno de los mayores y persistentes errores de la obstetricia.
Numerosos estudios demuestran que la posición vertical favorece el parto y la horizontal lo entorpece. En horizontal, el canal del parto se alarga y estrecha y el coxis se dirige hacia lo alto, convirtiéndose en una vía de paso más angosta para el bebé, y además cuesta arriba. En posición vertical la vagina se amplía y acorta, pero además la presión de la cabeza del bebé sobre el cuello del útero ejerce un efecto hormonal que estimula la producción interna de oxitocina, y por tanto la dilatación. La posición vertical acorta y amplía el canal del parto, permite que las articulaciones de la cadera se abran más para dar paso al bebé, facilita sus movimientos de rotación y permite que la fuerza de la gravedad le ayude en su descenso. Episiotomía y fórceps son procedimientos técnicos que sustituyen la fisiología de la mujer y la gravedad con evidentes y penosos efectos secundarios para la madre y el bebé
La mujer debe tener la libertad de dilatar y parir en la postura que más le convenga: en cuclillas, sentada en el taburete obstétrico, a cuatro patas, de lado, colgada de alguien, de pié… El instinto indica en todo momento cual es la postura idónea mediante un lenguaje infalible: la más cómoda es también la más fisiológica.
Asistencia profesional respetuosa.
Siendo la fisiología del parto tan sensible al entorno, el papel del profesional asistente es estar disponible en un discreto segundo plano, sin interferir, confiando en los recursos de la mujer para dar a luz, y aplicar los procedimientos obstétricos únicamente si hacen falta. El protagonismo del parto corresponde a la mujer.
Procedimientos naturales de abordar el dolor.
La producción de endorfinas se favorece cuidando al máximo las condiciones en que transcurre el parto y evitando todo lo que pueda producir estrés. Actualmente la tendencia es a recurrir a formas inocuas y agradables de amortiguar el dolor: cambiar de postura, baño de agua caliente, masaje en la zona lumbar, masaje de pies, sentarse en pelota de goma …
Intimidad y tiempo para recibir y acoger al bebé.
El momento del nacimiento es un momento especial, mágico, en el que el estado hormonal propio del parto natural crea las condiciones para que produzca el vínculo madre-hijo, un vínculo que tiene consecuencias duraderas sobre esa relación, sobre la confianza de la mujer en su capacidad para amar y criar a su hijo, sobre el desarrollo emocional del bebé. El vínculo que el bebé crea con su madre es el troquel, la base de su capacidad para crear vínculos posteriores. Por ello el nacimiento medicalizado tiene consecuencias no sólo físicas, sino psicológicas y sociales. Madres y bebés deben estar juntos tras el nacimiento, y en todo momento, y no se justifica que un recién nacido sano sea apartado de su madre. Incluso los prematuros progresan mejor con el “método canguro” que con la incubadora, o al menos con un sistema mixto. La OMS recomienda iniciar la lactancia antes de abandonar la sala de partos.
Cordón umbilical:
El respeto por la fisiología del parto implica reconocer la función del cordón umbilical, que continúa latiendo y suministrando sangre oxigenada al bebé durante varios minutos tras el nacimiento. La naturaleza no hace nada que no sea necesario, y esos minutos son el tiempo que el recién nacido necesita para comenzar a utilizar sus pulmones sin angustia ni riesgo de privación de oxígeno. El recién nacido tiene el derecho de disponer de esos minutos y de esa sangre, y con mayor motivo si ha tenido sufrimiento fetal, ya que al iniciar la respiración la sangre acude a los pulmones en detrimento del cerebro. Pinzar el cordón inmediatamente tras el nacimiento es una práctica que, a la luz de la evidencia científica, debería haber sido abandonada.
Contrariamente a lo que se piensa, parto natural no es volver al pasado, sino recuperar la capacidad y la confianza en la propia naturaleza y rendirse ante ella. Tampoco es renunciar a la tecnología, sino adjudicarle el lugar que le corresponde: las complicaciones, los casos de riesgo. Y es que las prácticas de rutina en el paritorio no son buenas ni malas, son oportunas o inoportunas. Y cuando se imponen de forma sistemática e indiscriminada a mujeres que no las necesitan son inoportunas. La evidencia científica demuestra que el parto natural no sólo es más digno para la mujer, es también el más seguro. Por ese motivo, la Organización Mundial de la Salud recomienda una calidad de atención basada en el protagonismo de la mujer y en su fisiología, y el mínimo grado de medicalización posible.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Caillou y Françoise Dolto
¿Por qué Caillou se llama así?
En francés Caillou es una pequeña piedra, un canto. Su nombre está relacionado con la psicoanalista Françoise Dolto y con la voluntad de sus creadores Christine L'Heureux y Francine Nadeau, también psicóloga, de apoyarse sobre los estudios de Dolto para tener un personaje lo más real que permitiera a todos los niños identificarse y crecer harmoniosamente desarrollando su autoestima, la independencia y la confianza..
Las aventuras de Caillou se inspiran en las teorías de la psicoanalista francesa Françoise Dolto (1908-1988). Mundialmente conocida por sus estudios sobre la infancia, supo divulgar sus conocimientos y ponerlos al servicio de la gente. Todas las respuestas y soluciones de esta psicoanalista derivan de una sóla idea: respetando al niño, respetamos al ser humano. Se presentaba así a los niños: «Je suis Mme Dolto. Je suis psychanalyste et je dis la vérité de la vie aux enfants.» (Soy la Señora Dolto. Soy psicoanalista y digo la verdad a los niños.») Para comprobar que realmente querían el tratamiento, los jóvenes pacientes tenían que hacer un pago simbólico, una piedra (un caillou), un billete de metro usado, etc. (de ahí el nombre de Caillou), porque la voluntad es un componente indispensable del análisis. «Ocuparse de la vida de alguien si no os lo pide, es patológico. Por eso es por lo que nunca he tratado niños sin su acuerdo».
Caillou no es sólo un entretenimiento sino el resultado de todo un proyecto.
Los libros de Caillou están concebidos para servir de intermediarios y como intercambio entre los padres (u otros adultos que tengan un lugar importante en la vida del niño, como los abuelos, los educadores, profesores de guarderías, educación primaria, etc.) y los niños, ayudando a éstos a crecer en harmonía con ellos mismos y el mundo que les rodea. Es esencial hablar con los niños de sus emociones durante todas las etapas de su desarrollo.
Caillou refuerza los lazos entre padres y niños. Las aventuras de Caillou sirven a los adultos porque presentan un personaje en constante interacción con sus padres. Les ayudan a comprender el desarrollo psicológico y emocional de su hijo, aunque sea mediante el punto de vista de Caillou. Si los padres de Caillou parecen algunas veces perfectos, es porque un niño de la edad de Caillou les percibe como ejemplos a imitar.La idealizaciónn del mundo exterior corresponde con la visión de un niño de esa edad. Las imágenes simples y los colores vivos del mundo de Caillou llaman también la atención de los niños y les ayuda a concentrarse en la historia, facilitan su comprensión.
sábado, 20 de septiembre de 2008
Quiero cosas
En ese tiempo reímos juntas, lloramos penas y cada una generó sus propias teorías acientíficas sobre el sueño. Y aquí traigo una de ellas, en este caso mía, que fue presentada a un crítico público que si bien no la rechazó, concluyó que como siempre, depende de cada niño. Para aquellos que quieran probar "uno de mis métodos” para relajar niños, ahí queda.
“Últimamente os vengo contando que antes de dormir tenemos lo que L. llama “las cosas” y que es una charla sobre aquellos aspectos del día que le han llamado la atención. Esto lo hacemos desde que sólo decía papá y mamá, así que hace...mogollón de tiempo. Empezó como un repaso del día. Yo le explico lo que ha hecho en el día, cómo ha transcurrido y le adelanto lo que pasará mañana (especialmente si va a pasar algo diferente a lo habitual, que no vaya a estar papá, que se acabe el fin de semana y volvamos al cole...).
Me di cuenta de que le gustaba repasarlo todo, disfrutaba y se recreaba con las cosas que le habían hecho feliz (comerse un plato de lentejas, por ejemplo) y cuando había algo que le había hecho sufrir, aunque hubiese sido mínimamente, también aprovechaba para descargarlo, bien mediante alguna lágrima, bien mediante la palabra. Entonces se quedaba tranquila.
Pronto, después del que le decía que era el último cuento, me decía “cosas” y charlábamos. No siempre son charlas “profundas”. Hemos estado muchos días hablando de los peces que hemos visto en el “aquarius”, pero muchas veces, sí. Ayer, por ejemplo, nos despistamos un momento y justo antes de Pocoyo había unos dibujos horripilantes. Se asustó y me cogió la mano. Antes de acostarnos tuvo un amago de rabieta. Quería que le llenara un vaso de agua (ya estaba lleno). Vi que algo le pasaba y la cogí en brazos, pero no relacioné, así que sólo le decía que si necesitaba llorar que llorara, que yo estaba con ella. Me decía que sí (que necesitaba llorar) pero claro, no hablábamos de lo que le hacía sufrir. Pero al explicar las “cosas” me dijo “dibujos” y entonces lo vi claro. Hablamos de los dibujos, dijo “aquí no, aquí no”. Le dije que estaban en la tele, no aquí, y que no iban a venir. Y tras eso, se quedó frita en menos de 3 minutos.
Vale, después de este rollo ya os podéis imaginar la teoría: Charlar con los niños, especialmente antes de ir a dormir, con un simple repaso de lo que ha sido el día, les puede ayudar a elaborar temas que tienen abiertos, que les hacen sufrir, y también ayudarles a asentar esas cosas que les hacen ser felices. Y no es necesario que sean mayores y sepan respondernos para ello. Y ya que estoy en plan osado, y me estoy lanzando a generalizar, puede ayudarles a conciliar el sueño.
Entended que estas teorías, basadas en la ciencia de la psicología barata, las hago a base de generalizar (sigo pensando que cada persona es diferente) y cierto grado de cinismo (con tanto experto que se atreve a decir cada barbaridad, por qué no voy yo a decir cosas?) . Pero bueno, ahí queda”.
Ideas para educar sin violencia
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IDEAS PARA EDUCAR SIN VIOLENCIA
1. OBSERVAR : Si nos anticipamos a la rabieta estaremos mas preparados para afrontarla.
2. ESCUCHAR Y COMPRENDER: lo que tu hijo quiere decirte es importante para él. Debemos tomarlos en serio. Hacerles entender de que nos hemos dado cuenta de qué es lo que quieren:
“Te gusta mucho esto, verdad? pero.........”
"Entiendo que quieres esto pero...."
"Cariño, es que así no entiendo lo que me dices, ¿te calmas un poquito y me lo pides hablando?..
3. PACIENCIA Y TRANQUILIDAD: SI PIERDO LOS NERVIOS PUEDO RECUPERARLOS...PARA ELLO TENGO LAS SIGUIENTES HERRAMIENTAS:
1) CONTAR HASTA 89432
2) REPETIR FRASES: "paciencia, paciencia, mañana a esta hora ya va a haber pasado todo"
3) CAMBIAR DE CONTEXTO: Alejarse o buscar una distracción relajante para calmarse
4) RELAJARSE: respirar hondo, yoga, spa...
SI DESPUES DE TODO PIERDO LOS NERVIOS:
5) Pedir perdón y explicar nuestros sentimientos.
4. ABRAZOS
P.E: abrazarle y susurrarle cosas del estilo " que enfadado está mi chiquitín, ya le pasa, ya le pasa...", sino se deja, dejarlo desahogarse
5. HUMOR : no hay cosas que si las miran 'de lejos' parecen graciosas ??
Decirle las cosas cantando o bailando
Hacerlos reír
Desconcertarles haciendo algo inesperado: cantar, poner caras, cambiar de sitio, pegar saltos y carreras, bailar...
6. SEGURIDAD : sentirse seguro de uno mismo y de que va a saber manejar la situación
P.E: Sonreír y decir: yo sé que eres un buen chico y vas a hacer lo correcto.
7. COHERENCIA: si hay un “no” que sea realmente justificado y coherente. Analizar en que situaciones es realmente importante el poner limites. Vale la pena estar todo el día diciéndole NO a todo?
8. EXPLICAR: pausada y serenamente las cosas
9. CONFIAR EN EL: Mi hijo es un encanto y estoy segura de que va a hacer lo correcto
10. RELATIVIZAR: analizar la situación. Vale la pena para dos días que se vive enfadarse tanto ¿Es realmente importante esta limitación?
11. EXTRAPOLAR: El comportamiento de niño al de adulto: Si tú tienes derecho a salirte de la línea recta, tu hijo también
12. FOMENTAR LA EMPATIA: Intenta ver las cosas desde el punto de vista de tu hijo
13. CAMBIA EL CONTEXTO: Realizar otra tarea que les guste/relaje para que olviden el motivo de la rabieta.
14. RECOGIMIENTO/MEDITACION/SEPARACION: nunca como castigo, sino para desahogo, cambio de contexto o para recuperar la serenidad(no debe verse como un castigo ni ser traumática)..mejor acompañado
15. ENSEÑARLE A PONERSE EN EL LUGAR DE LOS DEMAS:
“A ti te gustaría que te hicieran eso?”
16. PACTAR/NEGOCIAR
17. SI HACE ALGO REALMENTE PELIGROSO, USAR UN NO ENÉRGICO
18. SIEMPRE, SIEMPRE, HAY QUE HABLARLES A LOS NIÑOS A SU ALTURA;
IDEAS MAESTRAS
Descargar adrenalina: hacerle cosquillitas en la barrigota y diciéndole "como que no, bichito mío, ya veras tu, te voy a comer el culete
Ayudarles a descargar la rabia: "vaya enfado te has cogido, porque no me dibujas en este papel lo enfadado que estas?"
El cuento de la lechera. Cuando te piden insistentemente algo que no le podemos dar en ese momento, puede funcionar el montarse un cuento sobre ello en tono de complicidad y humor: "vaya cariño, me encantaría tener una varita mágica para poder hacer aparecer esto o lo otro..."
Despedirse: si hay que irse y el no va a querer ayudarle a hacerse a la idea despidiéndose de las cosas: “adiós agua”, etc..
No quieres darle algo: un pelin teatrera "qué lástima, se nos han acabado, no tenemos, pero mañana acuérdate que hay que comprar"
Bloqueo: si quiere hacer algo prohibido, impedírselo interponiéndose y dejar solo que lo use aprendiendo la utilidad de ese objeto(p.e. jugar con el interruptor no, pero si hay que encender la luz, pedirle que lo haga él
Que pasa?: Mirar los ojos del “enrabietado”, con amor. hasta que ambos vuelvan a estar tranquilos. En silencio. Buscar señales no verbales por ver si es capricho o si le pasa algo. Luego, volver a intentarlo de nuevo. Si no funciona, cambiar de actividad.
LA SOLUCION DEFINITIVA: CTRL+ALT+SUPR: BORRON Y CUENTA NUEVA: AMBAS PARTES COMENZAR DE CERO
"Empezamos de 0?" y le doy la mano tipo” de acuerdo" o le digo "a mí no me gusta estar enfadada, prefiero estar contenta y tú?"
domingo, 7 de septiembre de 2008
¿Y ahora qué?
Mi postura ante este tema ha sido la de seguir a mi hija, que a la edad de 10 meses se convirtió en una gran exploradora con ganas de satisfacer su curiosidad por conocer absolutamente todo lo que la rodeaba. Aunque hoy no me voy a adentrar en el tema límites, tenía claro que esos límites de los que me hablaban desde fuera (es decir, desde el gabinete de psicología de la guardería) pasaban únicamente por su seguridad. Y era yo la responsable total de proporcionar una estructura segura donde ella pudiese satisfacer su gran curiosidad.
También tenía muy en cuenta que la capacidad para razonar aún no se había despertado en su cerebro y durante muchos meses más seguiría actuando por impulsos. Con esto quiero decir que no esperaba que con decirle una vez que por su seguridad no podía hacer algo fuera a entenderme para siempre. Cada situación, aunque para mí fuese repetida, para ella era vivida como la primera vez, así que yo tenía que resetear mi mente para poder estar a su nivel y que no me abandonara la paciencia. Esto fue sencillo, gracias a mi poca memoria.
Mi planteamiento general ante sus excursiones era ¿Es peligroso? Si lo era de forma inminente no había más tiempo de explicaciones (explicaciones muy básicas, que ellos también se pierden si les contamos películas). Ahí sí utilizaba un “no” de alarma, un “para!”… Si veía que el peligro no era inminente pero si seguía, la situación podía complicarse para ella, sí le explicaba “L, esto (breve descripción de lo que hacía en una o dos palabras) es peligroso”.
Si no era peligroso para ella o para los demás, pensaba “en qué me molesta que haga lo que hace”, “¿y por qué no puede hacerlo?” y en base a la respuesta, de forma sincera conmigo actuaba dejando que siguiera o redirigía su actuación hacía algo en lo que yo también me sintiera cómoda. Cuando le decía la palabra No (en sus múltiples facetas, no me refiero sólo a esa palabra, luego me extiendo sobre eso), era porque tenía muy claro que era que no. Es decir, me planteaba si era peligroso, si no lo era me planteaba por qué no quería que hiciera algo, si encontraba razones de peso dentro de mi esquema mental ( y para decidir eso también me planteaba la importancia que para ella tenía realizar esa acción), decidía, de forma muy rápida. Esta rapidez podía dar lugar a “errores de cálculo” y siempre lo he tenido en cuenta y he aceptado esos errores, pero sobre todo me aportaba seguridad a la hora de actuar a partir de mi decisión.
En esta etapa me fueron de gran ayuda los textos del doctor Sears. Yo veía que me faltaba “lenguaje” para comunicarme de forma positiva con mi hija y a través de ellos conseguí seguridad para hacerme con formas de comunicarme con mi hija. Esas formas que adopté salían de dentro de mí en realidad. Las tenía adormecidas en algún lugar y gracias a las pequeñas (o grandes) orientaciones del padre de la crianza con apego conseguí que salieran. Y con ello sentamos las bases de nuestra comunicación.
Según él, la palabra No es una palabra con mucha fuerza, que sale fácilmente de nuestra boca y que por esto mismo, por el abuso que podemos hacer de ella, puede llegar a perder su significado y quedar carente de sentido. De hecho, yo misma he comprobado esa máxima de que lo mejor es decirles qué quieres que hagan y no que no quieres que no hagan. Dicho así queda enrevesado, y de hecho supone más esfuerzo para la mente adulta, ya que en pocos segundos tiene que dar la vuelta a la situación y transformar un “no salgas a la terraza” por un “quédate dentro”, o un “no golpees al gato” por un “caricias”, o un “no toques el cuchillo” por un “mira qué cuchara tienes ahí delante para tocar” (y en este caso mi pensamiento era un “tengo que recordar no dejar cuchillos a su alcance”) o un “no toques” por un “vamos a mirar esta figura tan frágil”… y así hasta el infinito. Pero pronto me di cuenta de que su capacidad para entender lo que le estaba diciendo era impresionante. Y aunque nunca olvidaba lo que he comentado antes, que actúan por impulsos, pronto noté que al gato lo acariciaba de forma suave siempre, por ejemplo. Es famoso su texto 18 maneras de decir No de forma positiva, pero no creo que sirva para aplicar de forma metódica (cuál método), sino que insisto en que hay que reflexionar y sacar aquello que nos suene sincero, que cuadre con nuestro esquema como padres.
En general me encontré que ante esas situaciones que no podía dejar pasar ella me escuchaba y rápidamente encontraba algo más seguro que explorar. En las pocas situaciones en las que eso no era así y realmente no podía hacer lo que quería, ahí estaba yo para abrazarla, reconocer y verbalizar esos sentimientos de rabia, frustración, enfado… Y aquí también resulta sorprendentemente lo rápido que se sentía aliviada y dispuesta a volver a sus “tareas”.
Resumiendo, seguir a nuestros hijos en su despertar a la vida no es fácil. Nos topamos con mucho equipaje en forma de estereotipos, de conductas aprendidas, de frases automáticas. Hay que mirarse dentro y ver hacia dónde queremos ir y cómo.
También es importante el ver las etapas evolutivas en las que se encuentra, porque a veces pedimos cosas para las que no están preparados (razonar, obediencia, que asuman las normas de convivencia al uso y las usen siempre...). Y por supuesto, mirarle a él, como persona individual. Cada uno es diferente, con su carácter diferente y por lo tanto no responde igual ante situaciones iguales. Y otra cosa, que cuando no hacen las cosas como queremos no nos están desafiando, ni hay que tomárselo como algo "personal", sino como algo natural. Esto parece de perogrullo, pero cuanta más naturalidad (sincera) se le de al tono de voz, sale menos agresividad, más confianza y ante eso ellos (y todo el mundo), se fían de nosotros y nos hacen más “caso”.
Pero creo que realmente lo que esta etapa requiere por encima de todo es que una parte nuestra vuelva a la infancia, que redescubramos el mundo a través de sus ojos, que les sigamos. Eso nos aporta una dosis de humor, de buen rollo y esa sensación de estar metidos en un gran juego. Porque en realidad, para ellos todo es un juego y actuando en ese gran juego, siendo participantes activos, les podemos transmitir muchísimas cosas. Y además, disfrutaremos.
viernes, 5 de septiembre de 2008
Colegio
Mi hija comienza a ir al colegio este mes. Ando algo inquieta porque después de recorrer mi barrio visitando colegios, entrevistándome con directores, profesores... después de elegir concienzudamente, digo, nos tocó un colegio que ni nos habíamos planteado ni habíamos ido a visitar. Y como fuimos de los rebotados de la lista de admitidos, para cuando quisimos ir a informarnos ya estaba todo el mundo de vacaciones. Bendito sistema. Así que matriculamos a mi hija en un colegio sin saber apenas nada de él. Justo la situación contraria que yo hubiese deseado. El miércoles tenemos una reunión colectiva y después ya podremos entrevistarnos con alguien, de forma individual, que aclare nuestras dudas. Menos mal que ella anda ilusionada, porque sino, yo estaría de los nervios, así que nos lo vamos a tomar con humor con esta viñeta de Forges (que no Borges) publicada hoy en El País
martes, 2 de septiembre de 2008
Eliminación de roles
¿Cuál es la solución para estas familias? Desde mi punto de vista, todos los niños (independientemente de si llegan hasta el final en su búsqueda de límites) tienen que ser tratados con respeto. Los padres no pueden violar la integridad de sus hijos, su autoestima o su sentido de la responsabilidad personal. En lugar de eso, los padres deben actuar de un modo que parece paradójico. Si los niños quieren límites, parece obvio que los padres se los den; es decir, los padres deben adoptar sus roles tradicionales y autoritarios de “madre” y “padre”. Pero yo propongo lo contrario. Sugiero que los padres descarten estos roles y en su lugar, empiecen a reforzar su propia autoridad personal.
Esto no es fácil. Los padres necesitan tiempo para eliminar los reproches, rencores y críticas defensivas de sus expresiones y de su tono de voz, sobre todo si sientes que sus hijos están intentando minar su paciencia. Debido a la dificultad inherente a esta tarea, algunos padres recurren a una solución aparentemente más fácil, y que se corresponde con el clásico rol paternal: sustituyen su rol de autoridad absoluta en la familia por técnicas modernas y negociación y teorías educativas. Sin embargo, esta solución también es peligrosa. Confunde el autorrespeto adulto con la vanidad y equipara la necesidad de calor y contacto de los niños con su necesidad de reglas y disciplina.
Para iniciar este proceso de eliminación de roles, hay que escuchar las respuestas del contestador automático paternal en las distintas situaciones que surgen con los niños. Y , luego, cabe preguntarse:
- ¿Con qué parte de lo que digo estoy realmente de acuerdo según mis propias actitudes y mi experiencia?
- ¿Cuáles de mis comentarios son superfluos? ¿Cuáles heredados de mis padres y abuelos?
- ¿Con qué frecuencia digo cosas a mis hijos que me dolían cuando mis padres me las decían a mí?
- ¿qué cosas digo y hago por fidelidad a mi pareja?
- ¿Qué cosas digo porque he oído que las decían profesores u otros adultos?
Lo necesario en este momento es, durante unos cuantos días, observar a los hijos y escucharles cuando hablan de su vida diaria. Y luego cabe preguntarse:
- ¿Cuándo veo un destello de sufrimiento en sus ojos?
- ¿Cuándo miran desafiantes en señal de autodefensa?
- ¿Cuándo tensan la espalda en señal de rabia y desafío?
- ¿cuándo se intensifica su energía y se convierte en agresividad?
- ¿Cuándo tienen una mirada clara y su cuerpo está relajado?
- ¿Cuándo se sienten felices y seguros?
- ¿Cuándo parece como si hubieran alcanzado el éxito?
- Cuando lloran, ¿lo hacen por una frustración natural o porque están emocionalmente angustiados?
La mayoría de los padres que se hacen estas preguntas se percatan de que hay dos versiones de sus hijos: la de los hijos que existen en realidad y la de los hijos que han creado en su mente. Al comparar estas dos versiones, se debe determinar si las ideas preconcebidas sobre la educación de los hijos coinciden con la información que se ha obtenido de ellos. Una vez hecho esto, se debe hablar con los hijos, con la pareja, con los amigos. Y luego, cabe preguntarse:
- ¿qué imagen tienen los demás de mí?
- ¿Cómo me perciben?
- ¿Cómo percibo que soy?
- ¿dE qué fuente obtengo mis opiniones y actitudes?
- ¿Qué opiniones y actitudes representan mis valores verdaderos? ¿Cuáles debería dejar de lado?
- ¿Me pongo muy nervioso por las reacciones de los demás si cambio mis opiniones y actitudes?
- ¿Me atrevo a defender mis ideas o prefiero adaptarme a las de los demás?
- ¿He dicho algo recientemente que los demás han considerado que fuera extraño, doloroso o superfluo? ¿Comparto su opinión?
No podemos eliminar nuestros roles de un día para otro, ni es necesario que lo hagamos. Podemos ir paso a paso. Los niños perciben que sus padres empiezan a tomarse a sí mismo seriamente y responden cambiando casi inmediatamente su comportamiento. Incluso si los padres cambian su forma de actuar, únicamente porque quieren que sus hijos se porten “bien”, los niños perciben este cambio y modifican su comportamiento. Pero si los padres no son sinceros (si realizan estos cambios sólo “por el bien de sus hijos”), los niños retomarán en comportamiento anterior.