lunes, 1 de agosto de 2011

Educar en verde


Por fin hemos vuelto de vacaciones!! Me fui sin decir nada, cosas de la paranoia de la red. Luego programé algunas entradas y por fin, aquí estoy en vivo y en directo, jejeje. Hemos estado en Asturias, en una aldea preciosa, y en Barcelona, disfrutando de la naturaleza y de la familia.
Al llegar a casa, me encontré con este libro,  Educar en verd (educar en verde), de Heike Freire, que me hizo llegar editorial Graó como suscriptora de la revista Viure en família.  No sé si en la suscripción en español han optado por éste o por otro libro. Ha sido uno de esos libros que he leído sin tregua (y que tengo que apuntar en mi lista de libros leídos este verano). Un libro muy oportuno.

Me ha parecido muy interesante el enfoque, las referencias (Jesper Juul, Carl Honoré...) y las ideas prácticas que da a lo largo de todo el libro. Básicamente parte de que la mayoría de niños viven en entornos que no facilitan para nada el contacto con la naturaleza. Viven una vida excesivamente planificada, cronometrada y tecnológica, donde el juego libre al aire libre, exploratorio y que les ponga en contacto con su entorno de forma experimental, está reducido al mínimo. Las personas necesitamos el contacto con la naturaleza. A partir de esa conexión podemos conectarnos con el mundo, con nuestras sensaciones y las de los demás. Privar a los niños de este contacto es privarles de una necesidad. El libro da muchas ideas para poder ofrecer la posibilidad de ese vínculo aún para los grandes urbanitas. 

De los muchos enlaces que aporta, me ha gustado el de Huertos y jardines escolares (donde me llama la atención que no esté el maravilloso huerto del cole de mi nena, habrá que promocionarlo que nos lo quieren quitar!! :) )

Estos días de vacaciones, en los que principalmente Teo ha estado como pez en el agua dando paseos por el monte, tirando piedras a los charcos, tocando todo bicho viviente que se le pusiera a tiro, recogiendo palos y utilizándolos como escobas voladores, espadas o cualquier otro artilugio que le viniera a la mente... notaba que los niños realmente necesitan ese contacto. Para mí ha sido una experiencia el verles bajar solos a la calle en busca de juegos con los niños de la aldea donde hemos estado. La primera vez Laia casi no se atrevía, pero en 12 horas la ví levantarse, vestirse, desayunar y "darse el piro". Qué recuerdos!