miércoles, 13 de mayo de 2009

Salimos en una revista


Pues como diria Eva, estoy en plan estrella mediatica. Ya he decidido que lo mio es la prensa. Me vi en el video sobre el anuncio de flex y que horror!! entre mi cara, mis gestos y mi voz entrecortada... quita, quita, me paso a la imprenta. Asi que cuando Claudia me puso en contacto con la periodista, lo primero que hice fue escribir las respuestas a las preguntas frecuentes: por que, el dolor, la seguridad... siempre desde mi punto de vista, claro.

Esta semana aparece en la revista Mia (paginas 26 y 27) un reportaje sobre el parto en casa. Esto es lo que yo conte a la periodista por escrito, que me resulta más sencillo escribir que hablar, aunque luego hubo que recortar a un par de frases, jeje, que no era un monográfico sobre mí misma.


La imagen es del blog por un parto respetado, que aprovecho para recomendar

Ah, no soy experta en e-learning, como aparece en la revista (como lea esto mi compi, ex-compi Sonia se van a oir las risas en Australia) pero tenia que cerrar el reportaje, no me localizaba y Claudia sabia que trabajo en el tema (y tiene mucha fe en mi). Ahora si:

Di a luz a mi hija mayor en un hospital, el 12 de octubre, sometida a un protocolo estandarizado, casi mecánico. Sentí que no se me informaba de nada y que el personal, sobrepasado de trabajo esa noche, se olvido de que atendía a personas y no estaban en una fábrica. En la habitación de dilatación entraban y salían sin dirigirme la palabra, haciéndome tactos, sondándome, rompiéndome las aguas, dando clases a estudiantes (recuerdo hasta 6 personas mirándome y ninguna de ellas se digno a mirarme a los ojos, a decirme una palabra amable). Durante el expulsivo, ya en la sala de partos, tumbada casi por completo e inmovilizada a causa de un exceso de epidural, entraba y salía gente sin parar y apenas cruzaron unas palabras conmigo, más que para decir empuja ahora. Entre la ginecóloga y la matrona intercambiaban palabras, miradas de preocupación, me hicieron maniobra de kristeller sin avisarme siquiera, me cortaron y me sacaron a mi hija con espátulas, “para abreviar”, según sus propias palabras (dichas como si yo no estuviese presente). Se les cayó el cordón umbilical al suelo, sin dejar opción ya a que lo donáramos, se llevaron a mi hija durante una hora sin decirnos por que, dejándonos con una sensación de vacío inmenso. El momento más feliz de mi vida se convirtió también en uno de los que recuerdo con mas amargura. Me cosió dos veces una estudiante, las dos mal, ignorando mis preguntas, ignorándome como persona. El recuerdo que tengo, básicamente, es una sensación de no haber estado presente en el recibimiento de mi hija, de estar asustada y abrumada por el trato recibido.

Tenía claro que para el nacimiento de mi segundo hijo quería algo diferente. No quería que la forma en la que me trataran dependiera de un lotería, de si había más o menos trabajo, de si me tocaba la matrona humana o una persona poco amable, o estresada. Así que busque a los profesionales con lo que quería dar a luz, en un principio en un hospital, pero sabiendo que la intervención médica se ajustaría a las necesidades reales que hubiese en cada momento. Las clases de preparación al parto las realice con unas matronas que promueven el parto natural. Se hablo mucho del parto en casa y poco a poco algo fue cambiando en mi interior, sintiendo que el lugar en el que me sentiría más segura era mi hogar. A un mes de la FPP mi ginecólogo cambio de hospital y me entro miedo de nuevo a topar con gente desagradable, a tener que pelear porque se me respetara como persona. Me bloqueaba pensar en ese escenario y cada vez que imaginaba el parto, me venía a la mente mi casa.

Así que decidimos comenzar el parto en casa, que viniera una matrona e ir viendo. Si me sentía cómoda, seguiríamos en casa. Si sobre la marcha prefería ir al hospital (mas allá de una necesidad real de traslado, por supuesto), pues nos íbamos. De esta forma me sentía tranquila y segura. Finalmente, me sentí tan bien en casa que durante el parto no pensé ni por un instante en irme al hospital. Disfrute en todo momento de una experiencia impresionante, del milagro que es dar paso a una vida.

Ningún hospital me generaba confianza y venia marcada por una experiencia anterior que para mí fue traumática. Ahora, una vez mi hijo nació en casa, no imagino ningún lugar mejor para recibirle. Fue un parto rápido, sencillo. Pude en todo momento hacer lo que me pedía el cuerpo, confiar en mi naturaleza, dejarme llevar por ella, sentirme segura. Las personas que me atendieron, un ginecólogo y una matrona, fueron un soporte, estaban ahí sin hacerse notar, que era lo que yo necesitaba en esos momentos.

Sobre el dolor, que es algo que preocupa a muchas mujeres, pues realmente no se puede decir que sufriera un dolor inaguantable. Todo fue muy rápido y mi sensación en todo momento es que vendrían momentos de dolor más fuerte y contracciones más intensas. Me quede esperando, ya que dilate muy rápido y el proceso de expulsivo fue muy poco doloroso. Oigo hablar a mujeres que han sentido un aro de fuego, que se partían… no es mi caso. Estaba en lo que se conoce como “planeta parto”, anestesiada por mis propias endorfinas y no llegue a sentir nada más que la necesidad de ayudar a mi hijo a nacer. Recuerdo que en el hospital, hasta que me pusieron la epidural, tumbada en una camilla, sin poder moverme a causa de la monitorización interna constante y del suero, note mucho más dolor que en mi segundo parto.

En relación a la seguridad de un parto en casa. En mi caso soy una mujer sana, con un embarazo normal y sano, así que no existía ninguna contraindicación previa. Sobre los contratiempos que pudieran surgir me informe y decidí que era seguro. La casi totalidad de traslados al hospital son sencillos. Me asustaba el prolapso de cordón, porque ahí sí que hay poco tiempo de reacción, y hay que ser muy preciso en la postura que tiene que adoptar la madre, pero de nuevo la información torció la balanza. Por un lado, es más normal que ocurra en un hospital, que es donde se rompen aguas antes de tiempo, desencadenando la corriente que arrastra al cordón, por así decirlo, y la urgencia médica. Y por otro, mi matrona había hecho traslados (en hospital) con prolapso y me mostro como actuar.

Una vez nació: fue maravilloso poder acostarme esa noche en mi cama, sentirme pletórica en mi casa. Nada enturbio el parto de Teo. Tanto él como yo fuimos respetados en todo momento. Todo fue sencillo y placentero. Tal y como soñe.