jueves, 12 de febrero de 2009

¿Por qué parir en casa?


Hace algunos años, Elena F, del foro de crianza Natural, tras su parto en casa, escribió una reflexión sobre por qué decidió parir en casa a su segundo hijo. Quiero explicar mis motivos para haberme decantado por el parto en casa finalmente (fue todo bastante casual, en realidad, y motivado por mi miedo a volver a un escenario donde sufrí mucho), pero de momento, quiero poner su reflexión. Me ha pedido que elimine un par de párrafos del texto original. Precisamente, últimamente, cada vez que me llaman valiente, resuena en mi cabeza una de las frases que me ha pedido eliminar, pero que me lleva a decir a la gente que no, que a mí me daba miedo ir al hospital, que no he sido valiente.

La imagen es el logo de la plataforma pro derechos del nacimiento
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Estos son los motivos que me llevaron a decidir un parto en casa.

En España, el parto en casa no está cubierto por la sanidad pública, y que no es habitual, pero que me animé a hacerlo gracias a las experiencias de amigas mias que viven en otros paises europeos y en los cuales esta es una opción más, igual de normal que ir al hospital


1.- El embarazo no es una enfermedad.

Por lo tanto, el parto no es el desenlace de una enfermedad. Trasladarlo a un entorno hospitalario no me pareció necesario ni adecuado.


2.- Ningún hospital me ofrecia garantias de atender mi parto y el nacimiento de mi hijo según mis deseos .

Y eso que mis deseos no eran caprichos excéntricos que fueran a poner en peligro nuestras vidas, sinó respetar las recomendaciones de la OMS y limitar las intervenciones a aquellas que la evidencia científica aconseja.

3.- El funcionamiento del sistema de atención al parto en este pais está en las antípodas de lo que yo considero un adecuado trato en el parto.

Jamás, a mi entender, un médico debe hacerse con el control y supervisión del parto, salvo que sea un parto que presente patologías asociadas que requieran de sus conocimientos y habilidades. La comadrona debería ser la persona que vigilara el desarrollo del parto (y nótese que pongo "vigilar", no "manejar" ni "guiar" ni "dirigir"). La comadrona debería ser una profesional que entendiera el parto como un acto fisiológico, que entendiera que es primordial dejar al cuerpo de la mujer realizar su trabajo, que supiera mantenerse en un segundo plano y actuar sólo cuando se requiere. Que supiera solucionar las dificultades y problemas más comunes en un parto, y derivar a un especialista en patologías (el médico) cuando algo fuera realmente mal. Sin embargo, y aunque hay comadronas maravillosas que están haciendo una gran labor en los hospitales, todavía hay muchas que no tienen ni idea de como funciona un parto normal y se limitan a poner vias, hacer tactos y seguir las órdenes del ginecólogo de turno, sin complicarse más la vida. Y aunque intenten hacer su trabajo de manera digna y profesional, en la mayoría de hospitales se las trata como simples ayudantes o subordinadas del médico, dependiendo de la dirección de enfermería en vez de constituirse como unas profesionales independientes, autónomas y con capacidad de decisión real.


4.- El plan de parto es una herramienta que debemos usar para salvar nuestros propios partos

Y también para tocar la conciencia de las cúpulas médicas, de los que inventan los protocolos que rigen los destinos de nuestros partos. Pero es una herramienta limitada que poco puede hacer, a corto plazo, contra la oposición frontal de algunos profesionales. Además, el tiempo, el miedo y la mala suerte juegan en nuestra contra. Mientras algunos planes de parto en manos de profesionales más o menos respetuosos, con mujeres decididas y valientes que tienen la suerte de tener un parto relativamente rápido y fácil, resultan planes de parto exitosos... qué pasa con mujeres que se bloquean ante una bata blanca, o que no tienen partos "suficientemente buenos" para que el profesional que las atiende esté dispuesto a esperar o a confiar? (Vease mi caso, por ejemplo, a ver en qué hospital se hubieran esperado 32 horas...).


5.- Los aspectos psicoafectivos son sumamente importantes en el desarrollo de un parto .

Se infravalora a menudo la importancia de estar en un ambiente "amigable", esto es, tranquilo, íntimo, relajado... en el que la mujer se sienta confiada, protagonista, respetada. Es ya famoso el dicho de que "preguntar el dni* a una parturienta puede parar el parto". Yo doy fe de que una llamada de teléfono, un ruido fuerte inesperado, un cambio de habitación no planeado... todo eso puede ralentizar el parto, pararlo. No me imagino qué efecto habrían tenido en mi parto cosas como: poner una via, trasladarme al paritorio, ver instrumental quirúrgico, discutir para que no me hagan la episio (con el médico tijera en mano), responder a preguntas del personal, aguantar las bromitas del anestesista, etc. (todo son ejemplos que he leido de otros partos o que experimenté yo misma en la anterior ocasión).


6.- Poder recibir a mi hijo de la mejor manera posible, mejor que la que puede ofrecerme cualquier hospital por más respetuosos que se muestren.

Mi hijo no recibió colirios profiláctos (pero sí fue vigilado muy de cerca para ver que no hubiera el más mínimo indicio de problema con sus ojitos). Mi hijo pudo recibir toda la sangre bombeada del cordón, que se cortó cuando dejó de latir, mi hijo no estuvo ni una décima de segundo separado de mi en el momento de su nacimiento y permaneció cerca de mi cuerpo constantemente - salvo breves mo-mentos para revisarlo y pesarlo, cosa que se hizo a mi lado. Mi hijo fue revisado en contacto de manos amorosas y de superficies suaves y calentitas, nadie lo tumbó en una mesa fria ni se estiraron sus piernas para medirlo. Mi hijo no recibió un pinchazo de vitamina K, sinó que ésta le fue administrada oralmente. Mi hijo no sufrió aspiración de mucosidades rutinariamente, sinó que las expulsó por si mismo y enseguida respiró normalmente, y se le vigiló cuidadosamente por si hubiera necesitado ayuda para expulsarlas. Mi hijo no fue sondado analmente para comprobar la permeabilidad anal, sinó que se esperó a que expulsara el meconio (cosa que prueba que el agujero no está tapado). En definitiva, mi hijo no sufrió todas esas pruebas rutinarias que se les hacen a los bebés sólo porque está en el protocolo y nadie va a tener tiempo de observarlos cuidadosamente. Es decir, en el hospital, para asegurarse de que no la pifian, cambian tiempo de observación y cuidados por intervenciones estresantes y dolorosas. Siempre me dolerá haber abandonado a esas manos a mi primer hijo, no estaba dispuesta a hacerlo con el segundo.


7.- "Si pasara algo, nunca me lo perdonaría".

Pues bien, ese fue mi argumento de más peso. Siempre leo que es el principal argumento contra el parto en casa, como si el hospital fuera el seguro contra todo mal. Pero después de analizar detenidamente los riesgos que se corren en un lugar y otro, me quedo en casa de lo más tranquila. Yo nunca me lo perdonaría si fuera al hospital y a mi hijo le pasara algo. Tengo muy claro que en el hospital salvan muchas vidas que previamente ellos han puesto en peligro. Cuantos niños en incubadora por inducciones antes de tiempo? Cuantos sufrimientos fetales por oxitocina, o por no dejar a la madre incorporarse? Cuantas cesareas por falta de progreso en el parto, cuando ellos mismos no dejan que ese parto progrese? Cuantas cesareas por desproporción cefalo-pélvica que se hubiera solucionado poniendo a la madre en cuclillas? Si me quedo en casa, atendida por una buena profesional, minimizo todos esos riesgos. Si me quedo en casa, vigilada por una persona que se va a dedicar 100% a mi, evito desangrarme sóla en un frio paritorio (como estuvo a punto de pasarme la otra vez), evito tener que llamar 5 veces a una enfermera antes de que se den cuenta de que estoy perdiendo mucha sangre (como le pasó a una de mis cuñadas). Evito, en definitiva, ser víctima de la falta de personal y recursos, de las prisas, de la confianza ciega en el protocolo que hace que muchos profesionales olviden su sentido común y se limiten a realizar las acciones que marca la rutina. Evito, al fin, que el desarrollo de mi parto lo marquen los cambios de turno, los tiempos pre-fijados a golpe de reloj (6 horas de dilatación, 1 de expulsivo). Por lo demás, pregunté a mi comadrona mil y una complicaciones posibles y su solución, y siempre me tranquilizó saber que había algo que se podía hacer, y que a última hora existía el traslado al hospital, y que la mayoría de traslados son relativamente tranquilos. Me olvidé de ese miedo irracional al "que pase algo", y lo sustituí por la certeza de que todo iba a ir de la mejor manera posible.


8.- Quería evitar el dolor y el sufrimiento.

Sí, la epidural no me atraía para nada... No sirvió para salvarme de uno de los sufrimientos más intensos de mi vida (no hablo de dolor físico, aunque también lo hubo, pero no fue lo peor). En esta segunda ocasión jamás llegué a acordarme de la epidural. En ningún momento el dolor fue tan intenso como para hacerme desear una aguja clavada en mi columna. Moverme y sentir era un regalo para mi. Sólo al final, pocos minutos antes de que naciera Adrià, sentí "que no podía más". Pero pese al agotamiento y el dolor (que sólo en esas últimas horas fue duro) nunca me sentí arrepentida. Quizá, a diferencia de otras mujeres, que tuvieron un primer parto hospitalario bueno, mi experiencia anterior me hacía pensar que jamás de los jamases me expondría a ese sufrimiento psicológico, sólo por aliviar un dolor físico que yo podía soportar. Un dolor que me traía a mi hijo. Un dolor que ya pasó. Un dolor que llevaba aparejada la recompensa de un parto, de un nacimiento, y alejarse de una intervención quirúrgica muy dolorosa, mucho más desde un punto de vista psicológico que físico.


Esos fueron mis motivos. Si alguien quiere ver aquí "apología del parto en casa"... pues sí, por qué no? Nunca recomendaría a nadie parir en casa a alguien que dudara, pues ha de ser una decisión tomada desde dentro de una misma. Los mismos motivos psicológicos que arruinan los partos hospitalarios (miedo, estrés...) pueden arruinar un parto en casa de una mujer no convencida de lo que está haciendo. El miedo y la inseguridad pueden hacer que acabe como el rosario de la aurora. Toda mujer debe parir allí donde se sienta más segura y tranquila, donde se sienta más respetada.