sábado, 31 de mayo de 2008

CELOS ENTRE HERMANOS, UNA MIRADA DIFERENTE.


Artículo de Laura Gutman en la revista El mundo de tu bebé (nº 183), y colgado en la web de dormir sin llorar por trece. Voy a leerlo al tiempo que lo subo. Imagen de Patricia Metola

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Con el test de embarazo en nuestras manos, y preparándonos mentalmente para la llegada de un nuevo hijo, apenas el niño llora pensamos: "Está celoso". Si se niega a comer: "Está celoso". Si está cansando y tiene un berrinche: "Está celoso". Si nos extraña tras la jornada de trabajo: "Está celoso".


Que la llegada de un hermano va a producir obligatoriamente una cascada de celos en los hermanos mayores es un prejuicio inventado, sostenido y afianzado por los adultos. Es una creencia compartida, y de tanto repetirla sólo se nos ocurre que al niño le sucede "eso" y no pensamos en otras posibilidades.

Basta pasear por las calles embarazada y acompañada por un niño de dos o tres años para que cualquier persona se acerque a decirle "pobrecito", dándole a entender que va a ser destronado de su supuesto reinado. Es un pensamiento tan común entre adultos que nos acomodamos en esa idea y, frente a algún síntoma o demanda delniño, no se nos ocurre reflexionar más allá.

PRIMERAS DUDAS
Con frecuencia nos sucede a la mujeres que, embarazadas por segunda vez, tenemos la sensación y el temor de que no podremos amar a "otro" tan profundamente como amamos a nuestro hijo ya nacido. Es tal la potencia del amor, la vivencia completamente nueva desde que somos madres, que creemos que será irrepetible tamaña intensidad. Sin embargo, el corazón de las madres no se divide, sino que se multiplica con cada hijo que nace.

TEMORES DESPLAZADOS
Lo comprobamos en cuanto nace el segundo hijo y el amor se instala con la naturalidad y el derroche de antaño. Una vez que hemos comprobado que no hay peligro, que podemos amar a dos hijos, luego a tres o a cuatro... desplazamos ese temor a nuestros propios hijos: suponemos que ellos no podrán amar a otro. Y que la presencia de un hermano pequeño necesariamente será en detrimento de no sabemos bien qué, pero que lo vivirán como un hecho negativo. Así lo decidimos.

A partir de ese momento, cualquier actitud molesta del niño, cualquier berrinche, llanto, enfermedad, mal humor, demanda, enfado, insastisfacción o inquietud la juzgaremos con la muletilla bien conocida por todos: "lo que le pasa es que está celoso". Y de ese modo, ya no nos molestaremos en averiguar qué es lo que necesita el nio en ese momento en particular. Simplemente daremos por hecho kque, en presencia de un hermanito en casa, indefectiblemente aparecerán los celos. Sin embargo, no es necesariamente así.

Resulta que ese mismo niño, mucho antes de la presencia de otro bebé en casa, también manifestaba sus inquietudes o necesidades, con mayor o menor suerte a la hora de ser respondido. Es importante tener en cuenta si antes delembarazo o nacimiento del hermanito, el niño o la niña mayor manifestaba síntomas parecidos. Veremos que en muchos casos su actitud no ha variado demasiado. Hay algo que necesita y que merece ser averiguado.

NO ES TAN FÁCIL
La mayoría de los adultos creemos estar dando a nuestros hijos todo cuanto necesitan. Sin embargo, la vida les resulta difícil aun en tiempos de tecnología y confort. Tienen gran cantidad de juguetes, ordenadores, juegos electgrónicos... pero pasan la maor parte del día solos, frente a la pantalla de la televisión, rodeados de adultos que exigen que se lo coman todo, se porten bien, hagan sus deberes, no molesten, se queden quietos y sean educados. La vida cotidiana de los niños pequeños modernos no suele ser demasiado encantadora. Eso es lo que quizás tendremos que atender: las necsidades concretas de cada nio.

Una vez que nace el hermano menor, acomodamos el pensamiento generalizado de que ahora dejará de ser el rey o la reina de la casa. El tema es que los niños no son ni reyes ni príncipes, no tienen vida de soberanos, sino que por el contrario tienen vidas bastante difíciles, enredados en sus propios mundos emocionales muky lejos del mundo de los demás. Raramente pueden contar con los adultos, no saben explicar lo que les está sucediendo y son generalmente juzgados por sus llantos, tristezas o angustias, recibiendo a cambio incomprensión. Hay pocos niños verdadereamente colmados viviendo dentro de familias armoniosas, en las que circula el amor y el diálogo en abundante gratitud.

MIRAR MÁS ALLÁ
Si en la mayoría de los casos estamos alejados del mundo interno de nuestros niños, si no nos ocupamos de averiguar, preguntar, acompañarlos y ayudarlos en sus búsquedas personales, será fácil que nosotros atribuyamos cualquer geswto de incomodidad a los supuestos celos hacia el hermano menor.

Si elevamos el pensamiento, admitiremos que no hay nada más maravilloso que el nacimiento de un hermano, que es el ser más par, más cercano, más "harmanado" que tendremos a lo largo de toda la vida. Y si los padres decidimos tener más hijos para amarlos, lo lógico es compartir ese fin con nuestros hijos ya nacidos para ampliar y aumentar nuestro campo de amor.

AMOR COMPARTIDO
¿Por qué estarían celosos? Nuestros hijos aprenderán a amar a sus hermanos si los incluimos en el mismo circuito de amor y dicha. Si demostramos la felicidad por la nueva presencia, si participamos todos en los cuidados del más pequeño, si respondemos a las demandas y necesidades específicas de los niños mayores y, muy especialmente, si esos niños mayores están acostumbarados a ser mirados y escuchados genuinamente por sus padres, no pueden existir los celos. Porque en esos casos no hay nada que el bebé pueda quitar al mayor. Cuando lcircula la generosidad y la comprensión entre unos y otros, cuando las palabras suavizan y explican los sentimientos confusos, cuando hay rdespeto por las necesidades de cada uno; un nuevo miembro de la familia sólo puede enriquecer las vivencias y las experiencias cotidianas de todos nosotros, incluidos los niños.

QUÉ NECESITA
Cuando nuestro hijo mayor pide algo "imposible de satisfacer" -y por lo tanto creemos que no tiene razón y que lo que le ocurre, simplemente, es que está celoso- podríamos dedicar luego un momento para permanecer con él y bucear juntos en su interior, tratando de averiguar si necesitaq más presencia de un adulto, si no le gusta la escuela, si está cansado, si extraña a un amigo, si pasa demasiado tiempo sin actividades lúdicas. Claro que no es fácil estar con varias pequeños a la vez. Y no es necesariamente la madre quien tiene que satisfacer todas las necesidades de cada niño. Pewro esas necesidades sí merecen ser reconocidas como importantes. Después podremos determinar qué otra persona allegada puede acompañarle.

Cuando cada niño encuentre palabras para nombrar lo que desea, cuando cada niño sepa que cuenta con su madre, su padre u otro adulto que lo escucha y lo comprende, cuando cada niño obtenga un lugar donde desplegar sus inquietudes, no habrá mortivos para estrar celoso, por más bebés que sigan naciendo en esa familia. Los bebés que nacen no despiertan celos en los hermanos mayores. Sólo muestran necesidades emocionales que ya existían antes de su nacimiento.

ANTE EL DESCONCIERTO
Si las personas mayores decimos "está celoso" ante cada reclamo, el niño terminará por creerlo, aumentando el desconcierto hacia sus propias sensaciones y sintiéndose desvalido y sin recursos para enfrentar su desazón. El niño no está celoso. El niño tiene necesidades y merece ser escuchado y asistido.

Los celos entre hermanos son un invento de los adultos. Y sólo aparaecen cuando nosotros no somos capaces de satisfacer las necesidades genuinas de cada niño. No es verdad que un niño desee estar en el lugar del otro. En absoluto. Cada uno desea ser uno mismo, siempre y cuando reciba la atención y la satisfacción de sus necesidades emocionales mínimas.

CARIÑO DE IDA Y VUELTA
Los niños son naturalmente generosos cuando forman parte de un territorio amoroso para convivir. Y están ávidos por ayudarnos, ser útiles, facilitarnos la vida y ser amados por esos bebés que llegan al mundo para admirarlos. No hay mojor sonrisa que la que un hermano mayor puede robar a su hermano menor cuando éste aún es bebé.

CUANDO UNO SIEMPRE RECIBE
*En primer lugar, revisemos cómo hermos distribuido los roles dentro de nuestra familia.
*Observemos si hemos creado bandos de "buenos" y "malos" entre los adultos.
*Tratemos de comprender cómo empiezan este tipo de escenas antes de que el niño lastimado se nos acerque llorando.
*Entendamos que los celos no tienen nada que ver y que estamos poniendo rótulos a situaciones que no hemos logrado comprender en su totalidad.
*Si no sabemos cómo desarmar las dinámicas donde un niño pega a su hermano, pidamos ayuda.

SI TODOS OPINAN QUE ESTÁ CELOSO
*Expliquemos a nuestro hijo que estamos orgullosos de él, por cómo es capaz de cuidar al pequeño, de avisarnos cuando llora, alcanzarnos los pañales o explicarnos qué le sucede al bebé cuando nosotros no logramos decodificar sus reclamos.
*Digamos a los demás kque nuestro hijo está feliz por la llegada de su hermano, y gritemos a los cuatro vientos que es sumamente bondadoso con el pequeño, así el niño se sentirá reconocido en nuestras palabaras y estará preparado para seguir sintiendo dicha y alaegría en su corazón.
*Nombremos el cansancio, el hastío o el aburrimiento que obligan alniño a perder la paciencia. Entonces él sabrá que sabemos y comprendemos lo que le sucede, aunque no podamos ayudarlo en ese preciso momento

viernes, 23 de mayo de 2008

No abusemos de las consecuencias lógicas

Las personas a las que no nos gustan demasiado los castigos, solemos hablar de consecuencias lógicas y naturales. Por ejemplo, si un niño no quiere ponerse un abrigo al salir a la calle, le decimos que de acuerdo, que lo llevamos y que cuando sienta frío lo pida. La consecuencia natural de no ponerse el abrigo en un día helado será sentir frío. Podrá experimentarlo y solucionarlo (también puede pasar que no sienta frío, al fin y al cabo, como leí en una ocasión, “un jersey es algo que te pones cuando tu madre tiene frío”). Es todo aquello que sucede de forma natural, sin intervención de nadie y que el niño puede experimentar y reparar. Son una buena oportunidad para trabajar la autorregulación. Si no se come si siente hambre, si no se duerme se estará más cansado...

En las consecuencias lógicas sí hay una intervención adulta y está relacionada directamente con la acción. Si por ejemplo mi hija me pide utilizar ella sola algo mío (pongamos un libro ilustrado de ésos que me gustan tanto) y me lo estropea, la consecuencia lógica es que yo no volveré a dejar que manipule mis libros hasta que esté preparada para no estropearlo, ya que me molesta que mis libros se estropeen. No es un castigo. Simplemente por un lado yo dejé que experimentara, que lo utilizara de forma independiente y de momento no es posible, así que seguiremos viendo mis libros juntos hasta que sí pueda hacerlo sola. En muchos casos la línea entre consecuencias lógicas y el castigo puede ser fina, así que por eso traigo este texto de Jane Nelsen, desde la página web de Eliana, Criar y amar


Traducción: Carmen Salinas y Lupe Fish

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Cuánto más productivo sería el proceso de crianza y educación de nuestros niños si apostáramos a la solución de los problemas en lugar de usar las “consecuencias lógicas” de sus actos.

Durante una junta en un salón escolar, se les pidió a estudiantes del quinto grado que pensaran en consecuencias lógicas para dos estudiantes que no escuchaban la campana al fin del recreo y llegaban tarde al salón. Esta fue la lista de sus “consecuencias”:

* Que escriban su nombre en el pizarrón.
* Que se queden después de la salida por el mismo tiempo que llegaron tarde.
* Quitarles esos mismos minutos de su recreo el día de mañana.
* Que no tengan recreo mañana.
* El maestro puede gritarles.

Se les pidió a los estudiantes que se olvidaran de esas consecuencias y pensaran en soluciones que podrían ayudar a los estudiantes a no llegar tarde. La siguiente es la lista de sus soluciones:

* Alguien puede tocarles el hombro cuando la campana suene
* Todos pueden gritar juntos, “la campana!”
* Los estudiantes pueden jugar más cerca de la campana.
* Los estudiantes pueden poner atención en los otros estudiantes para darse cuenta cuando se termina el recreo.
* Ajustar la campana para que suene más fuerte.
* Pueden escoger un amigo para que les recuerde que es tiempo de regresar al salón.

La diferencia entre las dos listas es profunda. La primera parece y suena como un lista de castigos. Se enfoca en el pasado y hace que los niños “paguen” por sus errores. La segunda lista parece y suena como un lista de soluciones que se enfoca en “ayudar” a los niños a que sean mejores en el futuro. Se enfoca en ver los problemas como oportunidades para aprender. En otras palabras, la primera lista está diseñada para lastimar, y la segunda está diseñada para ayudar.

En la primera lista, los niños tratan de disfrazar castigos llamándoles consecuencias lógicas. ¿Por qué hacen eso? ¿Es esto lo que quizás están aprendiendo de los adultos? Las cuatro R’s de las consecuencias lógicas (relacionado, respetuoso, razonable y revelado con anticipación) fueron concebidas con la meta de poner un fin a que las consecuencias lógicas sonaran como castigo, pero no han eliminado el problema totalmente.

¿De dónde hemos obtenido la idea loca de que para que los niños se porten mejor primero hay que hacerles sentir mal? Cuando la gente escucha esta frase del libro Disciplina Positiva usualmente se ríen al darse cuenta que esto no tiene ningún sentido. Sin embargo, cuando esto se aplica, parece que los padres de familia, maestros y estudiantes tienen dificultad en aceptar la idea de que la gente se porta mejor cuando se sienten mejor.

Por ejemplo, a muchos maestros les gusta el número 1 y 2 de la primera lista, (que se queden después de la escuela o quitarles tiempo del recreo al día siguiente). Es verdad que estas sugerencias están relacionadas, son razonables y pueden ser enforzadas con respeto y ser reveladas con anticipación. Sin embargo, todas se enfocan en hacer que el estudiante pague por un error de el pasado en vez de buscar una solución para resolver el problema en el futuro. En otras palabras, están diseñadas para que los niños se sientan mal con la esperanza de que esto les motive a que se porten mejor - al menos de que sean adictos a la aprobación. Pero al contrario, los motiva a ser rebeldes, a vengarse o ser más cuidadosos para que no los agarren la próxima vez.

Kay Rogers, una maestra que recientemente se retiró de la escuela Sharon en Carolina del Norte dijo, “Después de haber escuchado de la posibilidad de enfocarse en las soluciones en vez de las consecuencias, fue el hábito más dificil de quebrar. Toda mi vida había creído que los niños aprenden algo al ser castigados - al menos de las consecuencias. Puedo ver ahora cómo yo y mis estudiantes disfrazábamos castigos llamándoles consecuencias - aun cuando las consecuencias no eran tan duras como algunos castigos. Tuve que aprender la eficacia de enfocarse en las soluciones junto con mis estudiantes. Todos nos sorprendimos con la diferencia en nuestro salón. El nivel de respeto y cuidado entre todos se multiplicó diez veces. A los estudiantes les agradaba ver su nombre en la agenda porque sabían, como nos dice Jane Nelsen, que tendríamos un salón lleno de consultantes para dar a otros sugerencias valiosas. Las soluciones que encontraban eran mucho más eficaces en cambiar el comportamiento que todas la cosas que había intentado en el pasado.”

Esto no significa que las consecuencias lógicas no pueden ser eficaces cuando se las entiende y usa apropiadamente. Esperamos que el capítulo en Consecuencias Naturales y Lógicas en la nueva edición revisada de Disciplina Positiva pueda ayudarles. Sin embargo, las consecuencias lógicas no se necesitan tanto y son más bien una posibilidad. Rudolph Dreikus nos enseñó que las consecuencias lógicas son eficaces SOLAMENTE cuando la meta del mal comportamiento es la atención inadecuada (y también son solamente una opción para esta meta). Muchos adultos buscan una consecuencia lógica para “castigar” cada comportamiento. Buscar soluciones para el problema es mucho mas eficaz en casi todas la situaciones.

Muchos maestros han cambiado y ahora enseñan las tres R’s y una A para las soluciones. Que sea Relacionado, Respetuoso, Razonable y Ayude. Una vez que los estudiantes piensen en soluciones para el problema, es sumamente importante dejar que el estudiante individualmente escoja la solución que él o ella piensa será la que mejor le ayude. Se debe de votar solamente si el problema envuelve a toda la clase.

Por supuesto que enfocarse en la solución del problema en vez de las consecuencias es más eficaz en el hogar también. Un padre de familia dijo, “No puedo creer cuántas batallas de poder creamos cuando yo trataba de imponer las consecuencias lógicas. Ahora que nos enfocamos en encontrar una solución a los problemas, tenemos un hogar con más paz.”

El capítulo sobre las consecuencias lógicas en el libro Disciplina Positiva explica cuándo y cómo se usan las consecuencias lógicas eficazmente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, es más fácil y ayuda mucho más enfocarse en las soluciones.

sábado, 17 de mayo de 2008

Necesito mucha mamá


Eso me dijo el otro día mi hija mientras cenaba, así, de sopetón, aunque no sin previo aviso. Llevaba toda la tarde mandando señales que yo no sabía descifrar. A veces me pongo en plan racional y se me olvida encender el decodificador de señales sutiles. Así que notando mi torpeza tuvo que mandar un mensaje mucho más claro. Esa frase tan sencilla y a la vez tan complicada de pronunciar por una niña que aún no tiene tres años me hizo recordar al bebé que fue no hace tanto, que necesitaba contacto constante, atención exclusiva, saber que estaba con ella. Y ví que necesitaba mucha mamá porque aunque mamá llevaba toda la tarde con ella, emocionalmente estaba en un mundo paralelo, llamado problemas cotidianos, que últimamente me están pasando factura y además me impiden disfrutar como era habitual de las tardes con mi hija.

De entre las muchas cosas que tengo que agradecerle a la maternidad, a mi hija, una de las más importantes es esa capacidad para darme toques de atención, que hacen que tenga que revolverme, mirar para adentro y volver donde habita lo importante.
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La imagen es de Patricia Metola, se llama buscando los zapatos rojos

jueves, 8 de mayo de 2008

Moverse en libertad


Este es un resumen del libro que encontré en criar con el corazón

Pikler, Emmi. Moverse en libertad : desarrollo de la motricidad global . Madrid: Narcea, 1984. 166 p. (Educación hoy. Estudios). ISBN 8427706723.

Pikler afirma que, en condiciones ambientales adecuadas, todo niño adquiere, por propia iniciativa y sin intervención del adulto, un desarrollo motor adecuado. Parte de la creencia de que el desarrollo motor es espontáneo, y por tanto capaz de desplegarse sin ayuda exterior. En sus estudios se centra en la motricidad global, con exclusión de la motricidad fina.

Dichos estudios fueron realizados a lo largo de varios años en una institución para niños llamada Loczy. Las observaciones se realizaron durante las actividades cotidianas de los niños, y no en condiciones experimentales. En su trabajo Pikler se propuso eliminar el efecto directo y modificador del adulto sobre el desarrollo motor, valorando, en cambio, las experiencias y tentativas autónomas e independientes del niño. Buscaba, por tanto, dar completa libertad de movimiento al niño para que éste realizase de manera espontánea su desarrollo motor. Se siguieron las siguientes premisas:
· al niño no se le enseñaba ningún movimiento, ni se le animaba a hacerlo, ni se lo colocaba como él no fuera capaz de hacerlo.
· nunca se lo sentaba si él no sabía (ni para comer, ni en el médico...)
· si se caía no se lo levantaba.
· no se lo atraía con juguetes para animarlo a desplazarse.

En oposición a las teorías de Pikler, comúnmente se afirmaba –y se afirma aún- que es bueno que el adulto intervenga prestando su ayuda al niño. Se creía que la intervención beneficiaba al niño porque aceleraba su desarrollo motor, y esto se consideraba ventajoso y oportuno para él. Además, se afirmaba que tal intervención produce satisfacción y placer en el niño. Por último, la intervención estaba sancionada por la costumbre, porque siempre se había hecho así.
Pikler no aceptaba estas razones. Afirmaba que ayudar al niño antes de tiempo es negativo por dos razones: el sistema neuromuscular está inmaduro, y la personalidad sufre una inadaptación temporal. Y señalaba tres inconvenientes de intervenir:
i. Al poner al niño en una postura que no sabe adoptar ni abandonar solo, lo condenamos a estar inmóvil mientras el adulto no intervenga o el niño no sepa andar.
ii. Las posiciones alcanzadas son anormales, con cifosis, lordosis, músculos tensos o en desuso, rigideces... Los movimientos de los niños se caracterizan por ser torpes y faltos de armonía y seguridad.
iii. El niño depende siempre del adulto para cambiar de postura, por más que con el paso de los meses su movilidad y agilidad se incrementen.

Así, Pikler desaconsejaba la intervención del adulto. Argumentaba que si permitimos que la motricidad se desarrolle sin intervenciones beneficiamos al niño. Esto es así porque el psiquismo resulta fortalecido cuando el dueño de tomar la iniciativa es el propio niño, lo cual a su vez mejora la percepción de la propia eficiencia y su vivencia del aprendizaje. Además, cuando el niño desarrolla su motricidad sin ayuda, mejora su autoconocimiento corporal, su autoconociencia, y el reconocimiento espacio-temporal del entorno. En sus estudios, Pikler observó que el niño “libre” conseguía movimientos armoniosos, mayor flexibilidad, mejor coordinación, equilibrio y seguridad. Y, además, disfrutaba durante su adquisición y ejecución. Así mismo, era un niño caracterizado por una gran movilidad: adoptaba posturas variadas, las cambiaba a menudo, se desplazaba (gateando, rodando...) mucho y pronto, se movía con soltura y autonomía, era prudente, sufriendo rara vez accidentes. Resulta interesante que el niño “libre” conseguía experimentar una gran variedad de movimientos intermedios, transitorios; éstos son importantes porque preparan al organismo para movimientos más evolucionados, los cuales forman parte integrante del desarrollo: constituyen su trama.

Según Pikler, ¿qué es necesario para favorecer y no entorpecer el desarrollo de la motricidad?:
a. No “enseñar” ningún movimiento al niño, no “adiestrar” en habilidades motoras, lo que no excluye la ayuda indirecta si el niño la precisa. Sí que es necesario estimular la actividad autónoma del niño, pero sin intervenir en su desarrollo ni acelerar sus adquisiciones. El educador debe manifestar paciencia, respetar al niño y favorecer su desarrollo autónomo.
b. Asegurar al niño unas condiciones ambientales adecuadas que le garanticen libertad de movimientos, a saber: que la indumentaria del niño no le entorpezca y sea amplia, que el espacio sea suficiente y esté adaptado, que sea seguro, que el niño disponga de juguetes adecuados.

La conclusión de Pikler fue que ni la enseñanza ni la ayuda directa de un adulto son condiciones indispensables para el desarrollo motor. Por el contrario, el niño al que se pone precozmente en una posición que no domina, se halla desfavorecido tanto en el reconocimiento activo del entorno como en la manipulación.

Otras observaciones interesantes que se recogen en su trabajo son:

o Al avanzar en edad los datos se dispersan en intervalos cada vez más amplios; por ejemplo para la marcha firme el intervalo es de casi seis meses.
o Los prematuros muestran retraso con relación a los nacidos a término o con peso normal: el conjunto de su desarrollo motor es más lento, y los períodos de adquisición de las fases son más prolongados.

martes, 6 de mayo de 2008

NUESTROS HIJOS DE MAYORES


En la web de dormir sin llorar han creado una zona donde están realizando una recopilación de lecturas. Una de ellas es ésta que sigue. La imagen es de Mónica Calvo

Por Carlos González
Pediatra y Escritor
Artículo publicado en la Revista Única, Nº 30. Septiembre 2006

De mayores, ¿cómo nos gustaría que fueran nuestros hijos? ¿Ricos y famosos? Aunque ricos hay pocos, y no siempre son felices. Eso, eso es lo importante, que sean felices.

Claro que, bien pensado, con la felicidad no basta. Hay quien es feliz robando y matando, hay quien es feliz a costa de los demás… Realmente, esto del futuro de los hijos es algo que no se puede decidir a la ligera. Habrá que reflexionar. ¿Cómo queremos que sea nuestro hijo? Tal vez muchos lectores piensen así: “Que sea cariñoso, amable, sincero, trabajador, honrado. Que sea capaz de encontrar un lugar en el mundo y sepa ser feliz en él. Que encuentre alguien a quien amar, y que se haga merecedor de ser amado. Que sepa obedecer sin servilismo, y mandar sin arrogancia. Que no se humille ante los grandes ni desprecie a los pequeños. Que haga valer sus derechos y respete los de los demás. Que tenga muchos amigos y los sepa conservar, que sea capaz de ayudar y de pedir ayuda, de escuchar y de hacerse oír, de confiar en quienes lo merecen y en merecer la confianza de los demás. Que disfrute de las alegrías y se mantenga firme ante las penalidades. Que de más importancia a las personas que a las cosas, a los amigos que a las riquezas”.

Pues bien, hace unos meses la nave de exploración miposiana PJ-328 estuvo estudiando nuestro planeta, con el propósito de conocer cuáles son nuestras prioridades en la educación de nuestros hijos. Son antropólogos (el original dice “zoólogos”, debe ser un error) analizaron miles de horas de interacción entre padres e hijos, tanto al aire libre como en las casas (muy útiles, esas cámaras de rayos X). Observaron a qué dedican los padres más tiempo, qué motivos les llevan a reñir o a felicitar a sus hijos, qué conductas les ponen más nerviosos. En su informe leemos: “Los terrícolas educan a sus hijos para que se conviertan en un tipo especial de adulto, muy apreciado socialmente: un adulto que se lo coma todo, que duerma de un tirón y recoja su habitación. Un adulto que nunca interrumpa a otros adultos cuando hablan, que no grite, no salte, no corra por los pasillos ni dibuje en las paredes, que no se manche al comer helado y no deje migas en el sofá. Un adulto que coma sin poner los codos encima de la mesa, sin hacer ruido con la sopa ni levantar del suelo ninguna pata de su silla”. ¿Y usted? Si un zoólogo miposiano le observa hablando con su hijo, ¿Llegaría a adivinar qué cosas son para usted las más importantes, y cuáles no lo son? Seamos consecuentes con nuestras prioridades, aunque solo sea para no confundir a los miposianos.