sábado, 26 de abril de 2008

No hay recetas



A raíz de este artículo colgado en cuatro en la cama, llevo unos días hablando con una amiga de lo que para nosotras significa todo esto de la crianza con apego, attachment parenting, crianza natural o como se le quiera llamar. Yo no soy muy dada a las etiquetas y si crío de alguna forma es “a mi manera”. En mi opinión está muy relacionado con el respeto hacia el niño y hacia nosotros como padres. Recuerdo un texto de Elena Ferro en el que se hablaba del continente y el contenido de la crianza (por ejemplo, continente sería el equivalente a dar el pecho y contenido sería el apego, el respeto). Para mí el ideal es que haya las dos cosas. Por ejemplo, en los primeros meses, es fundamental la creación de un vínculo, que dé lugar a un apego seguro. Para ello, está claro, lo mejor es atender a las demandas que nos hace, tenerlo cerca, conocernos, generar códigos de comunicación que están basados en miradas, en gestos. Y dar el pecho. No sólo por lo buena que es la LM en sí, sino porque facilita el vínculo a través del contacto y de las sustancias que se generan al dar el pecho. Pero eso no quiere decir que madres que no han dado el pecho no puedan generar ese vínculo. Costará más, habrá que hacer un esfuerzo suplementario, pero creo que sí se puede hacer. Conozco madres que lo han pasado fatal con el pecho. Ni matronas, ni monitoras de lactancia... han buscado ayuda por todas partes y al final ha sido imposible. Emocionalmente estaban tan tocadas, tanto... que simplemente no han podido.

Para mí, la crianza va muy unida al autoconocimiento. Cuando decidí ser madre comencé un camino que me ha llevado hasta aquí de momento. Exploré dentro de mí, removí y trabajé (trabajo) mi interior, busque a la madre que soy y la dejé salir. Eliminé todo lo que considero superfluo, olvidé todo aquello que nos dicen que "los niños" (así en general) deben hacer, escuché a mi hija, la tomé como el ser vivo único que es, que desde el primer momento se comunica. La escuché a ella y me escuché a mí. Y vi que íbamos a una, nuestras necesidades fueron las mismas desde el comienzo. Pero si uno toma una guía de actuación para criar con apego y trata de aplicarla porque dicen que es lo mejor, porque está de moda o por lo que sea... pero sin interiorizar el contenido y dejarlo salir de forma personalizada, me da que, si no hay una búsqueda interior, se quedan en meras pautas estandarizadas, que muchas veces llevan al límite a la madre, especialmente si los resultados no son los que esperaba al aplicar el “método”. Si se supone que estoy haciendo lo mejor, ¿por qué mi hijo no se comporta como prometían los decálogos, los autores de todos los libros que leí? Y llega el sentimiento de haber fallado, de sentirse culpable por unas expectativas no cumplidas, olvidándonos de que nuestros hijos, precisamente por ser personas independientes a nosotras, no siempre van a actuar de la forma que nos gustaría. Así que está de más tener expectativas concretas sobre ellos. Cada madre, cada padre y cada hijo son únicos, no puede haber soluciones que sirvan para todos. Por eso creo que cada una y cada uno tiene que buscar aquello que se adecúe a sus necesidades reales.

Cuando crecen, la lactancia se acaba, cuando ya no van en mochila... cuando el continente se acaba ¿seguimos criando basándonos en el respeto? Sí, si el defender un tipo de crianza iba más allá de seguir unas pautas de actuación como otras cualquiera. Si seguimos escuchando a nuestros hijos y escuchándonos a nosotras mismas, dialogando, considerándolo un ser individual y único, capaz de autorregularse... entonces sí, podremos seguir dando contenido a la relación y disfrutar del proceso de criar y educar.